Blog literario idiota de Andrés Nortes Martínez-Artero. Literatura y rock en vena. Y alguna cosa más

jueves, 25 de febrero de 2010

Una crónica de cine inesperada

Anónimo Moomin, que de vez en cuando hace algún punzante comentario -de los que nos gustan- en las entradas de los Murmullos, nos dejó en el correo del blog esta pequeña y deliciosa pieza de reflexión personal. Además de su tono, que debo decir me ha gustado bastante, nos desliza algunos datos sobre sí... Ahora sabemos que es estudiante, que reside en Utrera y que es mujer.

Así pues, ¡doy paso a la crónica inesperada de la Sra. Anónimo Moomin utrerana!

Acabo de llegar de ver Celda 211. Una película sobre la que tenía grandes expectativas (y todo el mundo sabe que cuando uno llega en esas condiciones al cine, suele tener más problemas para que algo le guste) y no me ha defraudado. Tiene buen ritmo, giros inesperados, actuaciones de calidad (sin caer en la sobreactuación, aunque me han convencido los presos pero no tanto los funcionarios de prisiones). Tal vez un poco de “deus ex machina” en algunos detalles, pero verosímil en conjunto.

Estas reflexiones las hacia mientras intercalaba pensamientos sobre mi propia situación. La semana pasada me acerqué al cine de Utrera. No pensemos que es un cine de pueblo, tipo teatro habilitado para todo. Se trata de uno sin solera ni estilo, englobado en un centro comercial (el primero que se hizo en Utrera, ahora desbancado por uno más grande en las afueras, pero que no tiene cines) con sus 8 salas. Pues como decía, me presenté en las taquillas (no siempre es fidedigno lo que te transmiten en las páginas web e incluso los periódicos) y pregunté por la película en cuestión, pero ya la habían quitado de la cartelera. Sin embargo, supongo que debido a que ha recibido 8 Goyas y no a que fui interesándome por ella, la han vuelto a poner esta semana. Así que, como he comprobado que si me doy premios al final del estudio aprovecho mejor el tiempo, me he propuesto ir al cine. Debido a que lleva mucho tiempo en cartelera, ya sabía que me había quedado sin posibilidad de compañía.

Cuando he llegado a la taquilla (en la que no había nadie) iba pensando si me daría tiempo a comprar unas palomitas antes de entrar, porque aunque vivo a 3 minutos del cine, siempre me las arreglo para llegar justa de tiempo (o tarde, para que mentir) a la mayoría de sitios. La taquillera ni me ha preguntado que asiento quería, me ha dado el 1 de la fila 9 (bastante alto para una sala pequeña como en la que se proyectaba). Con una sonrisa en la boca, he subido a la planta primera donde están las salas. Al llegar al pasillo, me he encontrado con la dependienta de las palomitas y el acomodador tranquilamente sentados en un banco. He saludado y gastado una broma respecto a la afluencia de público: “Ahora os metéis conmigo en la sala, ¿no?”. Creo que nunca he tenido tan poco éxito. La dependienta ha servido las palomitas y un botellín de agua de mala gana y ella misma me ha cogido la entrada. Es comprensible esta reacción, si resulta que esperas terminar tu trabajo a las 22.15 y llega una persona y te obliga a estar 2 horas más. Y es que en mi sala estaba yo sola, pero también lo estaba en el resto del cine. Esto no ha influido en absoluto en mi predisposición a ver la película. Al contrario, ha hecho que las circunstancias que rodeaban la primera vez que me iba sola al cine fueran todavía más particulares. He hecho caso omiso a las indicaciones de mi entrada y me he sentado en medio de la sala ocupando tres sillones, que en el último cuarto de la proyección se han quedado en dos porque la falta de calor humano ha hecho necesario el uso del abrigo.

Me ha gustado la experiencia. La única pega que encuentro (si tu objetivo es ver la película, para otros usos del cine es obvio) es la imposibilidad de realizar ciertos comentarios espontáneos que surgen a lo largo del visionado y los meditados que se elaboran justo después. Puede que esa sea la razón por la que he vuelto a casa con ganas de plasmar este fragmento de mi vida en papel, que no tiene demasiado de especial ni de interés




miércoles, 24 de febrero de 2010

¡Yuju!

¡Nuestro tercer seguidor! Bienvendio, Sr. Araya. Espero disfrute las palabras de esta anciana demente y la corrija y vilipendie cuanto le plazca.

Hay una encuesta en curso en la que la molestísima anciana poco humildemente le ruega participe cuando le sea posible.

jueves, 18 de febrero de 2010

Burofax al Sr. Director de Gestión Internacional del FMI

Burofax al Sr. Director de Gestión Internacional del FMI (1)


El Sr. Santostefano no nació el 3 de agosto del 54, aunque un familiar suyo en 4º grado sí. No ha vivido en la calle la Revolución de los Claveles. No tiene nada que ver con las primeras acciones ecoterroristas de Greenpeace. No es causante de boicoteo alguno de las reuniones de los países del G7, el G8 o el G20. Existe un proceso abierto contra la agencia de prensa TASS, de capital gubernamental entonces socialista, que bajo presión jurídica ha admitido en reciente nota pública de prensa la manipulación informativa a que sometió todo comunicado concerniente al Sr. Santostefano, quien, además, hay que decir, no está considerado persona non grata por el Comune de Florencia ni por el Mayor del City Hall de la ciudad de Seattle. El Sr. Santostefano es el candidato idóneo para el puesto.


Fdo: El Sr. Tropovski, secretario y poeta del Sr. Santostefano.


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(1) Traducido del inglés



(c) El cuentacuentos



miércoles, 17 de febrero de 2010

Juegos de rol

Cuando tenía quince años, un día mi amigo Piotr, escritor de Cree lo que quieras, me dijo, junto a otros amigos, en la arena, bajo un sol aún no tan cancerígeno como el de hoy:

"¿Por qué no jugamos esta tarde al rol?"

Ante lo cual le respondimos todos a una:

"¿Quéeeeeeee?"

O bien:

¿"Qué es un juego de rol"?

Pues esta es la pregunta clave. ¿Qué es un juego de rol?

Como parece complicado de definir, lo haré paso a paso, para que mi mente simple no se atore...

1.- Un juego. Es decir, sirve para divertirse.

2.- De rol. Tiene que ver con roles, papeles, "interpretaciones", teatro en un sentido muy relajado.

Hay varios tipos de juegos de rol. El primero fue el rol de mesa, del que voy a hablar aquí. Luego se inventaron el juego de rol en vivo, el juego de rol de ordenador, el juego de rol de ordenador masivo. En todos ellos hay siempre algo de interpretación, de toma de decisiones, de mundos de ficción y de crecimiento de las capacidades de los personjes, de los que hablaré en unos instantes.

¿Qué es un juego de rol de mesa? Es un juego en el que aproximadamente unos cinco jugadores (un mínimo de dos y un máximo de unas seis-siete personas) se sientan en una mesa (importante). Una de ellas hace de narrador o máster, y va contando una historia que se narra en presente en un mundo ficticio además de que interpreta a los personajes secundarios y a los rivales (los "malos") de la historia. Cada uno de los demás jugadores interpreta solamente a su personaje -los ptotagonistas de la historia- dicen qué van a hacer en el momento en el que el narrador les cuenta qué está sucediendo en ese momento.

Un ejemplo sería éste:

NARRADOR (también llamado MASTER).- Es noche cerrada. Llueve mucho. Estáis en una posada un tanto casposa, algo lúgubre, con rincones poco iluminados. Sin embargo, en general se respira un buen ambiente. Hay muchas personas hablando en voz alta y chocando sus jarras. El posadero, su mandil sucio y su gran barriga se acercan a la mesa en la que estáis sentados. Se tropieza con la vaina de tu espada y casi se cae, pero recupera el equilibrio. No se ha derramado ni una gota. "¿Qué va a ser?", pregunta.

JUGADOR 1. "¡Una pinta bien fría!"

JUGADOR 2. Yo le digo que me traiga de cenar, que estoy hambriento.

NARRADOR. El posadero se marcha hacia la barra. Un hombre de aspecto torvo se acerca a vuestra mesa. "¿Puedo sentarme?", pregunta.


Como veréis, la historia no está hecha, sino que se va "haciendo" en el momento de narrarla. Es evidente que en ese momento los jugadores-aventureros iban a recibir algún tipo de encargo turbio que constituiría el comienzo de la aventura. Si los jugadores le dicen que no puede sentarse, el narrador tendrá que ingeniárselas para encontrar el modo de llevarse a los jugadores de aventuras. Por ejemplo, puede cambiar los apuntes de aventura que tenía y decidir que el tipo turbio reaparezca más adelante, o que les robe los caballos y se los devuelva a cambio de que hagan algo para él...


Además, cualquier juego de rol, para que no se convierta en jugar a indios y vaqueros (¡Te he matado! ¡No, no me has matado!), tiene que establecer unas medidas. Mi personaje sabe nadar pero no sabe montar a caballo, vale, pero, ¿cómo de bien sabe nadar? ¿Como Phelps, o como mi madre que hacía un par de largos y descansaba luego un ratito? ¿Se las apañaría para nadar en buenas condiciones poco tiempo igual de bien que para salvar a un náufrago nervioso en medio de una tormenta?

Para eso están las reglas. Los juegos de rol suelen tener unas reglas y unas medidas. Se mide lo fuerte que es un personaje, o lo inteligente que es (sus características), lo bueno que es haciendo algo en concreto (sus habilidades) y la ayuda o dificultad que le dan ciertas circunstancias u objetos (los modificadores). Se establece con todo eso una probabilidad de que lo que intenta el personaje salga bien y entonces se deja paso al azar. Por ejemplo, en el juego se llega a la situación de que cuatro aventureros/as se encuentran en una sala con un enorme demonio atizándoles duro. El máster me cuenta que veo una fórmula mágica grabada en las paredes de la habitación brillando; le contesto que voy a leerla y traducirla, a ver si contiene un conjuro con el que derrotar al demonio. Pero, ¿mi personaje sabe traducir esa fórmula mágica? Esto se resuelve así:

  1. Característica: Mi personaje es muy inteligente (+10% posibilidad de saber algo)
  2. Habilidad: Ha hecho eso cientos de veces (+ 60% posibilidad)
  3. Modificadores: Está escrita en una lengua que mi personaje no conoce, aunque sí conoce otra lengua de la misma familia (-25%)

Así, las cosas se quedan en que hay un 55% de que sí sepa traducir esa fórmula mágica. Tiro un dado de 100 caras (o dos dados de diez caras, uno para las decenas y otro para las unidades) y si me sale menos de 55 lo he logrado, y si no... De un modo u otro, el máster continuará narrando-describiendo la historia teniendo en cuenta lo que mi personaje ha intentado o logrado.

Un tercer punto es que en un juego de rol ni se gana ni se pierde. No es competitivo. Se gana si los jugadores interpretan bien y se lo pasan bien y el narrador-máster hace una buena historia y se adapta bien a las respuestas de sus jugadores-personajes. Se pierde si la gente se aburre.


¿Y por qué escribo yo de los juegos de rol aquí? Bien, se trata de algunos ejemplos de literatura oral, en vivo, de lo más interesante, parecidos a una actividad de cuentacuentos. El rol anima a la lectura, aumenta la capacidad de vocabulario de los jóvenes -y también de los adultos- y favorece hábitos de orden personal -el mundo está sometido a una serie de reglas que deben ser lógicas y justas-, y por encima de todo, hace crecer la imaginación


Ah, y lo más importante... En una partida de rol se suelen comer muchas chucherías y comiduja prohibida por todos los regímenes. No está escrito en ningún sitio, pero es una tradición (espiritualmente) muy sana. Probadlo, os lo recomiendo.



Dos ideas: un melón y un juego (de rol)

Desayunando se me han ocurrido dos cosas para escribir esta tarde o en cualquier otro momento: mi homenaje a los juegos de rol, que tantos buenos ratos me han dado, y un cuento basado en... un melón. ¿No está Madre Coraje protagonizada por una carreta?

martes, 16 de febrero de 2010

Un enorme cómic: Estela

Estela es el nombre de una confederación planetaria que, bajo unas reglas bien duras y una política tremendamente leonina vigila por la paz interplanetaria a base de tener sometidos a cientos de sistemas planetarios.

En ese entorno, el último ejemplar de la raza humana, una niña llamada Navis que se ha criado en la selva con un felino dientes de sable, es descubierta por los ojeadores de la confederación interestelar...

Este es el punto de partida del primer cómic de Estela, guionizado por Jean-David Morvan y dibujado por Philippe Buchet, de una serie que ya lleva unos once números traducidos en España, doce en Francia con el mismo equipo creativo (aunque yo aún me he quedado por el número 10) y que es publicada en España por la editorial Norma cómics. (Pongo unos vídeos-trailers para que veais el grafismo porque con las imágenes cogidas al azar a veces uno tiene problemas, pero youtube facilita mucho las cosas.)




Cuando uno lee Estela tiene dos reacciones. La primera es pedir el número siguiente. La segunda es, si no te lo dejan/venden, entonces relees el número que acabas de leer. La calidad del cómic es extraordinaria, porque su argumento es magnífico y su dibujo es una delicia. Con respecto al argumento, veremos que la infinitud del espacio y las proporciones colosales de la confederación permitiran al equipo creativo acercar a Estela a cualquier ambientación y también a cualquier género. Algunos de los números serán muy serios (hay una metáfora del terrorismo suicida que es impresionante y otra de la revolución rusa que también se las trae, además de una bella defensa de la mujer, contra el machismo, en muchos números) mientras que otros serán más jocosos. Exiete una trama general que avanza en todos los cómics, pero a la vez éstos se pueden leer de manera individual, porque en cada uno se narra una aventura distinta. Con respecto a los géneros, el marco general es de ciencia-ficción, pero también se roza la espada y brujería, la épica, el relato íntimo, etc.

El dibujo es precioso, como dije antes. La línea es muy elegante, la paginación es minuciosa, nada de groserías tipo splash-page. Suele haber bastantes viñetas por página. La expresión de los personajes, caricaturesca pero sin llegar al grotesco, es muy variada, ¡incluso de los alienígenas, en las muchísimas razas que aparecen en el cómic! Los ambientes, como comenté antes, son múltiples y muy variados.

Hay dos cómics paralelos a éste: uno se llama El Arte de Estela, y es un conjunto de ilustraciones y diseños envuelto en una muy sugerente trama narrativa (no es sólo una libreta de ilustraciones); el otro es una precuela llamada Navis de cuando Navis aún no había sido descubierta por la federación de naves Estela, y ,con no ser tan bueno como los demás cómics, tampoco está nada mal.



Es un cómic estupendo. Se lo recomiendo a cualquiera, sin excepción. En la Biblioteca seguro que está, y en las tiendas de cómics, seguro.


Para acabar, para quien le interese, dejo un enlace a Guia del Cómic, una estupenda página donde podéis encontrar más información sobre el maravilloso mundo de Estela. ¡Que os guste!




Paloma muerta

Paloma muerta

Bajo una acera, caída, yaces;
sin más ansia ni más ojo asustado,
bajo estigmas de caucho asesino,
en reposo sin sueño como noche sin luz del alba,
nada siendo sin la agonía que te vive y te muere.
Vehemente de la nada, buscadora
de grandes nimiedades, de panes, migas
y granos de sinsentido robados.
Respóndeme, cadáver del otoño,
en un mundo sucio, que sucia no te quiere,
si nadie te espera ni a nadie faltas,
¿dónde irás, paloma muerta, paloma sola?

Florencia, invierno de 2001

Mi nuevo amor o Cómo estar un poco más cerca de Bob Dylan

(El Marty McFly -véase Regreso al Futuro- de la gorra no, la guitarra)






Se llama Gretsch Electromatic 5120, Greta para los amigos; es la hermana pequeña de las del vídeo. Ahora sólo hace falta aprender a tocarla. Y que me nominen para el Nobel de Literatura, jajaja.


En fin, os dejo con otro vídeo un poco más digno. Éste sí tiene estilo.

lunes, 15 de febrero de 2010

Nueva encuesta

Me ha hecho gracia a mí esto de las encuestas. Además, la he puesto con opción de aceptar distintas respuestas. Así es que cada día podéis contestar una cosa distinta, jeje.

A ver en qué terminamos. Eso sí, quien conteste la opción maldita irá derecho al infierno (al de Dante, claro, en verso, jajaja).

domingo, 14 de febrero de 2010

Poesía revolucionaria

Prefería dejarme esta entrada para mañana, pero ante el riesgo de no tener tiempo -o memoria- para hacerlo, dejo listos los apuntes para un pequeño artículo sobre lírica revolucionaria negra que me sugirió un programa de Radio 3 llamado Carne Cruda que presenta Javier Gallego.






Impagable el final de la canción de Last Poets...

"When the revolution comes...
But until then,
you know,
and I know,
niggers are party
and bullshit
and party
and bullshit
and party...
Some might even die"


Espero que os gusten. He aquí las letras. Son verdaderamente combativas, duras

When the revolution comes
When the revolution comes
When the revolution comes some of us will probably catch it on TV, with chicken hanging from our mouths. You'll know its revolution cause there won't be no commercials
When the revolution comes

When the revolution comes
Preacher pimps are gonna split the scene with the communion wine stuck in their back pockets
Faggots won´t be so funny then and all the junkies will quit their noddin´ and wake up When the revolution comes

When the revolution comes
Transit cops will be crushed by the trains after losing their guns and blood will run through the streets of Harlem drowning anything without substance
When the revolution comes

When the revolution comes
When the revolution comes
Our pearly white teeth froth the mouths that speak of revolution without reverence
The cost of revolution is 360 degrees understand the cycle that never ends
Understand the beginning to be the end and nothing is in between but space and time that I make or you make to relate or not to relate to the world outside my mind your mind. Speak not of revolution until you are willing to eat rats to survive

When the revolution comes
When the revolution comes
When the revolution comes; guns and rifles will be taking the place of poems and essays. Black cultural centers will forts supplying the revolutionaries with food and arms when the revolution comes

When the revolution comes
White death will froth the walls of museums and churches breaking the lies that enslaved our mothers when the revolution comes

When the revolution comes
Jesus Christ is gonna be standing on the corner of Lennox Ave and 125th St trying to catch the first gypsy cab out of Harlem, when the revolution comes

When the revolution comes
Jew merchants will give away motza balls and gifilka fish to anyone they see with afros. Frank Shieffin will give away the Apollo to the first person he sees wearing a blue dashiki, when the revolution comes

When the revolution comes afros gone be trying to straighten their heads and straightened heads gone be tryin to wear afros

When the revolution comes
When the revolution comes
When the revolution comes
But until then you know and I know niggers will party and bullshit and party and bullshit and party and bullshit and party and bullshit and party...

Some might even die before the revolution comes



Y aquí está el poema de Gil-Scott Heron

The revolution will no be televised
You will not be able to stay home, brother.
You will not be able to plug in, turn on and cop out.
You will not be able to lose yourself on skag and skip,
Skip out for beer during commercials,
Because the revolution will not be televised.
The revolution will not be televised.
The revolution will not be brought to you by Xerox
In 4 parts without commercial interruptions.
The revolution will not show you pictures of Nixon
blowing a bugle and leading a charge by John
Mitchell, General Abrams and Spiro Agnew to eat
hog maws confiscated from a Harlem sanctuary.
The revolution will not be televised.
The revolution will not be brought to you by the
Schaefer Award Theatre and will not star Natalie
Woods and Steve McQueen or Bullwinkle and Julia.
The revolution will not give your mouth sex appeal.
The revolution will not get rid of the nubs.
The revolution will not make you look five pounds
thinner, because the revolution will not be televised, Brother.
There will be no pictures of you and Willie May
pushing that shopping cart down the block on the dead run,
or trying to slide that color television into a stolen ambulance.
NBC will not be able predict the winner at 8:32
or report from 29 districts.
The revolution will not be televised.
There will be no pictures of pigs shooting down
brothers in the instant replay.
There will be no pictures of pigs shooting down
brothers in the instant replay.
There will be no pictures of Whitney Young being
run out of Harlem on a rail with a brand new process.
There will be no slow motion or still life of Roy
Wilkens strolling through Watts in a Red, Black and
Green liberation jumpsuit that he had been saving
For just the proper occasion.
Green Acres, The Beverly Hillbillies, and Hooterville
Junction will no longer be so damned relevant, and
women will not care if Dick finally gets down with
Jane on Search for Tomorrow because Black people
will be in the street looking for a brighter day.
The revolution will not be televised.
There will be no highlights on the eleven o'clock
news and no pictures of hairy armed women
liberationists and Jackie Onassis blowing her nose.
The theme song will not be written by Jim Webb,
Francis Scott Key, nor sung by Glen Campbell, Tom
Jones, Johnny Cash, Englebert Humperdink, or the Rare Earth.
The revolution will not be televised.
The revolution will not be right back
after a message about a white tornado, white lightning, or white people.
You will not have to worry about a dove in your
bedroom, a tiger in your tank, or the giant in your toilet bowl.
The revolution will not go better with Coke.
The revolution will not fight the germs that may cause bad breath.
The revolution will put you in the driver's seat.
The revolution will not be televised, will not be televised,
will not be televised, will not be televised.
The revolution will be no re-run brothers;
The revolution will be live. 

Ambas letras son enormes (también por su tamaño, jaja, al fin y al cabo, son poemas recitados)




 

Benditos mansucritos y otros textos recuperados

Hoy, que estoy pachucho y no tengo ganas de enfrentarme a Dante, a cuya Comedia me estoy dedicando este mes de febrero, he decidido poner un poco de orden en mis papelotes. Y así, he encontrado algunos textos que tenía olvidados desde hace años, como el poema que copié antes o el relato Mentira.

¡Mentira! es un cuento que escribí al poco de acabar una novela de tema de formación de tema fantástico (a la que aun hoy en día sigo sin saber cómo titular) que debió coincidir con mis últimos años en la facultad. Recuerdo haber escrito algún capítulo en clase. Con ¡Mentira! me sucedió que no pude dejar los personajes, que aun no siendo ni Raskolnikov ni Gregor Samsa, me subyugaron y me pasó un poco como a Flaubert con Madame Bovary ("Madame Bovary soy yo", dijo). Así es que como no podía quitarmelos de la cabeza, decidí escribir sobre la frustración y la falta de sinceridad utilizándolos.

Este cuento, además, creí que estaba totalmente perdido en el disco duro de un ordenador estropeado, pero resulta que conservaba un primer manuscrito del que he podido hacer una revisión. Qué bueno es escribir en papel...

¡Mentira!

¡Mentira!



            Tropezó; cayó, en el barro. Trató angustiada de escapar del charco pero ya fue tarde; la mujer se le había abalanzado encima, le estiraba del cabello hacia atrás y el cuchillo de su mano le deshojaba ya la piel de la garganta.


            -Nnnnnnnno… me mates –rogó, en voz baja, apenas un susurro, humillada, a cuatro patas, temblando, tenso el cuello como una caña a punto de quebrarse, llorando sin ruido, lavando con lágrimas el fango en su rostro.


            -No te mataré –respondió, tras un poco, la otra, la mujer joven que, a horcajadas la sostenía agarrándola por el pelo.


            Al rato se levantó; al rato de no sentir a la asesina cabalgando su espalda madura, poco ágil ya, se incorporó. Seguía lloviendo el cielo entero, como había hecho durante toda aquella noche de verano. Por entre los árboles y los matorrales, en muecas y poses indignas a su recuerdo, yacían desparramados los cuerpos de todos los hombres de la escolta, sus ballestas, espadas, cascos. La carroza estaba volcada, los caballos habían huido. Estaba sola con su asesina. -¿Y ahora –se preguntaba- qué va a pasar?


            -No te mataré –repitió-. Un extraño brillo, muy lejano, atravesó sus ojos negros. El acero de la hoja se separó del cuello de la presa lo suficiente como para no seguir haciéndola sangrar. El corte era sólo superficial. Mirándolo, parecía que el metal fuera tan negro como la noche.


            Tras el silencio, debía hablar ella. Tenía que darse la vuelta y arrostrar a la muerte. Pero siguió postrada. Intuyó que la mujer que la atacó podía estar tan dotada para el amor como para el horror. Desechó ese pensamiento por otro más práctico. ¿Por qué no matarla? Se vio vieja e indefensa, estúpida, débil, ajada, incapaz de salir viva del bosque por sus propios medios. Empezó a angustiarse. Se giró para mirarla. La joven no apartaba la vista, y nunca parpadeaba. Así, lo entendió todo, el sadismo que había en no matarla: los osos la devorarían, o los lobos, o los bandidos que se ocultaban en el monte, o una mera pulmonía podría terminar el cometido. Era un cometido…


            -Te pagaré –resolvió, atropelladamente-. No sé… No sé cuánto te paguen ellos, pero yo te pagaré mucho más, lo que tu quieras, yo tengo una de las fortunas más grandes de la ciudad, te voy a pagar lo que me pidas, lo que tú quieras, te lo ruego, te pagaré, te lo daré todo, pero no me dejes aquí sola, no me puedes dejar sola, no, yo te lo ruego, por favor, por favor…


            Y de esta manera la mujer adulta (en realidad, Mâr Zezÿa, viuda heredera del Hermano Mayor y Gran Maestre del Oficio y Gremio de Mercaderes de la Tintura) tomó a Büsedz la asesina a su cargo. Resultó… ¿Cómo decirlo? ¿Extraño? Sí. A las gentes les resultó muy extraño, a todos. De cualquier manera Büsedz necesitó su adaptación al medio en que se desenvolvería su futura vida. El reloj de los primeros días empezó su andadura con la llegada oculta de la desconocida y del mismo intento de asesinato. Se había pagado a sicarios, la guardia asesinada había sido enterrada sin lápidas en medio del bosque, y el fastuoso carro, despedazado y ofuscado con ramas y tierra. Comenzó a marcar las horas cuando la joven puso su pie de seda en la enorme mansión de la Casa Zezÿa. Pronto cambió sus vestidos y hábitos y también pronto empezó a cambiar sus ideas e incluso tal vez su ser. Cambio era la palabra que no podía dejar de repetirse asombrada Mâr Zezÿa al ver la metamorfosis de la joven. Sin embargo, ésta, en un principio, se sintió como animal enjaulado en el palacio de la viuda, quien, no se sabe realmente por qué razón – miedo, precaución, las hipótesis son muy variadas-, o con qué fin, quiso enseguida contratarla permanentemente, manteniéndola bajo su tutela. A lo cual asintió. Para ella hacía los cometidos sucios que su cargo político requería, no demasiado diferentes de aquél cuyo objeto había sido ella y que las había hecho conocerse, y su eficacia siempre fue absoluta, independientemente de cuál fuese el encargo o de lo oscura que fuera su índole. Luego, no mucho tiempo después, había empezado a quedarse más tiempo en casa: le fue proporcionada una educación social que la joven absorbió como tierra yerta –su preceptor sólo se preguntaba por la seriedad de la muchacha, tan distinta de las personas de su sexo, edad y condición que había conocido- y cuando estuvo dispuesta, fue presentada en sociedad como una sobrina lejana de la viuda, que recientemente había quedado huérfana, y tantas veces había tenido que soportar cómo pretendientes estúpidos e impertinentes -que no valían nada, que no sabían luchar, ni pensar, ni navegar, que pudiendo nunca habían escrito más que sus ejercicios escolares- bromeaban sobre ella o sobre su fingida situación social, sin poder romperles la nariz y la clavícula en dos movimientos, o matarles con sus propias espadas, que ya prefería olvidarlos. Y además, estaba el servicio, y su intromisión, su deseo de saber y su vicio de murmurar. Las lenguas fueron cortadas por la amenaza hacia las respectivas familias, y así los muros se hicieron más y más densos. En verdad, al poco, y todos lo sabían, quien verdaderamente gobernaba era Büsedz, que como último bastión había acabado conquistando el lecho de la viuda. Ésta había perdido incontables años sin recibir afecto alguno; se trataba sólo de una mujer mayor, pronto una anciana, que vio cómo la presencia desconcertante de la joven de largo cabello negro, como la noche, revolvía el aire cada vez que -al principio sin verla franquear puerta alguna, después demorándose en su llegada- coincidían en su alcoba. Cuando Büsedz empezó a aumentar la frecuencia con que acudía a sus aposentos, fuera para dar cuenta de trabajos, fuera para hacerlos sobre tratos con nobles de la ciudad, pronto empezó a tratarla de un modo más cercano, haciéndola sentarse en un diván, deslizando alguna pregunta personal, atreviéndose a alguna broma, a algún roce… Extrañamente no fue ella sino Büsedz quien se lanzó al encuentro, quien de improviso la abrazó y la besó, la estrechó entre sus brazos fuertes y la besó sin cerrar los ojos. Quien la hizo transportarse hasta sus irrecuperables dieciséis años, al día de su primera fuga con su prima Dyl –y posteriores-, en que se habían amado locamente. Esas impagables semanas en que habían desafiado a la sociedad, al orden, a sus familias, con su amor homosexual intolerable, habían pasado con la juventud para no retornar nunca más, ahuyentados por el peso de un deber, una rutina, un matrimonio sucio, concitado por otros. Pero ahora, ¡con Büsedz volvían! Una vez más la primavera afloraba los tallos verdes, y la adusta y apolillada Mâr Zezÿa, un tiempo joven, volvía a reír y a mirarlo todo con alegría e impaciencia, queriendo el aquí y el ahora de cada cosa sin excepción, a pesar de los muchos lastres y cadenas que la anclaban a su vida presente y que no se iban a disipar. ¡Tantas veces la había sorprendido tras unas cortinas escondida Büsedz con unas cosquillas, un pequeño forcejeo, unas risas, unos silencios, respiraciones alteradas, besos, caricias…!


            ¡Tantas veces…! O, mejor dicho, tan pocas, ya que nada de esto sucedió jamás. Tan pronto como la mujer relajó los hombros ante su promesa, Büsedz, con el puñal aún en la mano, abrió su garganta de un rápido movimiento, se levantó de encima de ella y se internó por la espesura del bosque. En un único vistazo atrás, advirtió a la mujer agonizando en postura fetal sobre el lodo. Entonces, se fue.




(c) El Cuentacuentos


Sobre el poema anterior

Cuando me falta el aire es un poema que debo haber escrito por lo menos hace diez años, si no más. No recuerdoexactamente en qué lugar lo hice. Posiblemente fuera en la habitación de la casa de mis padres, durante los estudios en la Facultad de Letras. Es un poema sobre conocerse demasiado y volver a intentarlo. El enemigo siempre es uno, y el ángel también es siempre uno, y el tedio y la medianía también son siempre uno. Uno lo es todo.



Cuando me falta el aire

Sé que estás tú allí, lejos, tan lejos,
cuando me falta el aire;
cuando ni mis manos tocan ni mis ojos ven,
allí lejos, tan lejos,
pienso que estés tú,
donde me falta el aire.
Caminos lentos y sendas olvidadas,
-y llenas de polvo
y reflejos de recuerdos-
son los que aventuro a cruzar
cuando me falta el aire
y pienso que sólo tal vez pudiste
sí, pudiste estar allí,
instantes ante de que yo llegara,
allí lejos, tan lejos...
Y miro absorto y perplejo, lejos,
y la rabia de los días me nace
donde hubiera sueños antes,
donde nada pudo tirar mis naipes de hierro al suelo.
Y me enfado, y me alzo, y camino,
porque quieto sólo muero, y muerto no te veo.
Y te siento,
allá lejos, tan lejos,
quizá esperar, quizá llamarme,
cuando me falta el aire.


(c) El cuentacuentos

lunes, 8 de febrero de 2010

Un saludo a los nuevos

A los nuevos seguidores. Bueno, al nuevo (Sr. Santuario, bonito apellido). Y otro al viejo. Y también a mis seguidores anónimos, venga. Y al gran G, que me lee aunque lleve un tiempo sin escribir. En dos días borro esta entrada marujil y aquiescente, pero hasta entonces, ¡considerad que esto es una enorme fiesta de bienvenida!

PD. Bien pensado (altero esta entrada a día 7 de abril de 2010), mejor la dejaré. Cada seguidor se merece su entrada. Si alguien no la tiene, ¡que escriba un comentario!

sábado, 6 de febrero de 2010

A medio escribir...

Un cuento largo aún sin nombre está cociéndose en mi disco duro. Cada noche esribo algunas páginas (unas dos o tres) antes de que el cansancio me derribe como el viento a los pájaros que no están hechos a volar mucho. No es fantástico, así es que lo siento por mi fiel Piotr, porque sé que son los que más le gustan. El virus anterior al último formateo se llevó hasta tres medios cuentos que algún día habría concluido, quizá, uno que tomaba como protagonista a un viejo comercial -antes de leer Death of a salesman-, otro que, en ambiente fantástico-brujeril hacía protagonista a una bailarina de grandes pechos, bastante pulp, y un tercero muy íntimo. En mi agenda de hace dos años hay algunos retazos de las ideas que apuntaba sobre ellos para desarrollarlas luego. Utilizaba las páginas viejas y vírgenes para anotar ideas si pasaba mucho rato en la cola de una administración o en la consulta de un médico.

Algún día volveré a escribirlos como restos y recreaciones de mi Odisea, porque éstos, al contrario de los que hallé en la casa de mis padres después de quince años, ya están perdidos para siempre.




miércoles, 3 de febrero de 2010

Un poema que me gusta mucho y que me gustaría mucho haber escrito a alguien, pero que no escribí

Poema 11 del “Canto a mí mismo”
Walt Whitman
Veintiocho mocetones se bañan en el río.
Veintiocho mocetones, en cordial camaradería, se bañan en el río.
Y una mujer de veintiocho años, virgen y hermosa, vive solitaria.
Suya es la suntuosa mansión que se alza en la ribera,
y, espléndida y ricamente vestida, espía oculta tras los cortinajes del balcón.

¿Cuál de aquellos mocetones le gusta más?
¡Todos le parecen hermosos!
¿Adónde vais, señora?
Aunque seguís fija en vuestra atalaya,
yo os veo ahora chapotear en el agua.
Danzando y riendo ha entrado en el río una hermosa bañista.
Ellos no la ven,
pero ella los ve y los siente henchida de amor.
Brilla el agua en las barbas mojadas de los hombres,
corre por los cabellos largos
y como pequeños arroyos
pasa acariciando los cuerpos.
Una mano invisible pasa también acariciando temblorosa las sienes y los lomos.
Los muchachos flotan boca arriba con el vientre blanco combado bajo el sol,
sin saber quién los abraza y los aprieta,
quién resopla y se inclina sobre ellos,
suspensa y encorvada como un arco,
ni a quién salpican al golpear el agua con los brazos.


(Traducción de León Felipe)


La traducción de Borges en Lumen me gusta más, pero no la he encontrado en Internet. Como siempre que copio textos que no me pertenecen, reitero mi intención de retirarlos si los propietarios de sus derechos así lo desean.

La cuarentena, de J. M. G. Le Clézio II. Disfrutar y leer cuando no estás de acuerdo



Imagen tomada de El bibliófilo enmascarado

La cuarentena es una novela complicada en su estructura y en sus recursos. Es una novela escrita en cuatro partes, cada una de ellas transcurre en un momento diferente y tiene dos narradores distintos que tienen el mismo nombre, pero que luego resultan ser el mismo. Narra los sucesos ocurridos a 5 generaciones de habitantes de París y de la isla Mauricio entre la mitad del siglo diecinueve y el final del siglo XX. Es claro que, aburrirnos, no nos vamos a aburrir...

El argumento de la novela es la búsqueda de un intelectual (que se parece a Le Clézio, en eso la novela es seudobiográfica) de sus propias raíces cuando está pasando por un momento de crisis. E investigando, llega a saber que hay un miembro de su familia que llaman "el Desaparecido" que tiene en común con él la llamada de lo lejano, el viaje, la aventura, etc. Así es que empieza a buscarlo.

Aquí acaba la primera parte. La segunda es su búsqueda; en la tercera cambiamos de unas memorias (lo que parecía la novela en los dos primeros capítulos) a un diario. La tercera parte es el diario del Desaparecido cuando es desembarcado con su hermano y su cuñada en una isla. Son desembarcados porque en el barco en el que viajaban hacia su casa en la colonia (Mauricio), donde los tres forman parte de la aristocracia local, se descubre un brote de peste. Así es que son desembarcados ellos y los hindúes que viajaban con ellos en el barco. Y este desaparecido conocerá allí el modo de vida de los hindúes, la naturaleza, una bella muchacha, etc.

Y no sigo, que, si no ,me cargo la intriga de la novela -que aunque no mucha, alguna hay-, y de veras que merece la pena leerla, comprada o en la Biblioteca. Tal vez mejor comprada, porque es una novela que llama a que se escriba en el margen.

Hay muchas ideas en la novela. Se puede leer siguiendo el hinduismo (la transmigración de almas, la reencarnación, la vibración universal), siguiendo la crítica elemental del filósofo Gaston Bachelard, se puede leer como si fuera una novela de sagas, tipo Cien años de soledad (porque los personajes y sus atributos se repiten), hay saltos adelante y saltos hacia atrás, como dije. Vemos multitud de citas literarias (de Longfellow, de Rimbaud..., éste último aparece como personaje). Es una novela completísima.

Yo, además, recomiendo leerla después de (o durante) la lectura de Orientalismo, el ensayo al que aludí hace unos días. Escribí un pequeño trabajo sobre si esta novela resistía la acusación de ser orientalista, y resultó que no. Ciertamente, con muy buen espíritu y muy buena intención, es una novela orientalista, que presenta al oriental con muchos de los tópicos con que los calificaban los políticos, filólogos, historiadores y biólogos del siglo XIX y que llevaron directos al nacionalismo, al colonialismo, a un Darwin mal entendido y al partido nazi. Hay que llevar mucho cuidado con eso. Oriente no es eterno, es temporal. Oriente no es un bloque, son miles de millones de de personas con aspectos en común y otros no. Oriente no es sensualidad. Algunos orientales son sensuales, otros no. Oriente no es estatismo. Etc. Todo esto está en La cuarentena. Pero aun así, el diálogo merece la pena.

Recomendada de todas todas.



La cuarentena, de J. M. G. Le Clézio I. Qué mirar en una novela

A raíz de unos trabajos que he debido hacer, en estos ultimos días he podido leer La cuarentena, una novela del escritor Jean Michel Gustave Le Clézio. Y me ha dejado una impresión bastante buena en muchos sentidos.

Para empezar, diré que las novelas que me gustan son aquellas que me incomodan. No quiero pensar en que tengo un fondo estético masoquista, así es que voy a explicarme: una novela puede incomodar de muchas maneras, pensemos en algunas:

-Porque las ideas que transmite te son muy adversas pero están muy bien planteadas y argumentadas. Te arde el cuerpo por encontrarle un punto débil.

-Porque están muy bien escritas formalmente. Así es que deseas volver a oír esa música de nuevo, entre los hiatos aburridos de la vida.

-Porque plantean un juego intelectual para su recomposición en el momento de la lectura. Son como un rompecabezas adictivo.

-Porque contienen una idea con la que comulgas. Porque las ha escrito un hermano o una hermana.

-Porque uno de sus personajes ya ha pasado por tu vida real (o debería hacerlo). Entonces la transmigración de las almas es posible, y en algún lugar del mundo debe estar Nefertiti esperándote tras unas gafas y un flequillo oscuro.

-Etc.

En realidad, hay muchos motivos por los que me guste una novela. También hay otras que no me gustan, claro está, no soy tan posmoderno -en palabras llanas, no "to er mundo é güeno". No quiero exponer los motivos por los que no me gusta una novela, porque enseguida me contradiría.

Así es que voy a decir por qué me gusta La cuarentena, aunque sea una novela ligeramente orientalista.