Blog literario idiota de Andrés Nortes Martínez-Artero. Literatura y rock en vena. Y alguna cosa más

sábado, 29 de octubre de 2011

Rabos de lagartija, de Juan Marsé

Acabo de terminar esta novela de Juan Marsé. Mis amigos y yo hemos hablado en numerosas ocasiones de las deudas literarias. "Qué vergüenza me da no haber leído a...", "Es un fallo no haber cogido aún un libro de...". Donde, en dichos huecos, cada uno puede y debe anotar sus carencias, su "siempre he querido pero nunca he movido un dedo para". A todos nos encantaría haber leído La muerte de Virgilio de H. Broch y el Simplicissimus de Grimelhausen, pero la verdad es que no lo hemos hecho. Confieso no haber leído nada de Marsé ni de Martín Santos, y confieso también que la realidad haber cacareado sus nombres muchas veces examinándome de ellos y examinando a otros de ellos. Y de ello, de la verdad y de la realidad, trata esta magnífica novela.

Los hay que piensan que una cosa es la realidad y otra la verdad, y tú eres uno de ellos. Eres un peligro, hijo mío...


Esa oración es la condensación de una ética invencible. Es una maravilla que vale por toda una novela de extraño ritmo, tan libre como difícil de leer. El protagonista de esta novela es lo inverosímil. El narrador de la novela es un feto que aún no ha nacido que puede hablar con su madre y con su hermano, ambos supervivientes de la guerra civil española en los años 40 y 50. Hay numerosos personajes que sólo tienen una existencia imaginada, como el aviador O´Flynn, Víctor Bartra, el perro Chispa y otros de los que se nos proporciona una rica y variada caracterización pero de los que sólo de segundas conocemos el nombre (la pelirroja, el guripa Galván). El narrador se permite numerosos comentarios y una participación activa en el relato. Por cierto, la pelirroja es como para enamorarse de ella.





Rabos de lagartija

(Tomo la imagen de la galería pública de Flickr de Rodolfoto, donde podéis encontrar otros divertidos fotomontajes en la serie "Libros bestiales"; para ello, pinchad el enlace)


La novela es crítica con el régimen franquista (que fue una dictadura, y como todas las dictaduras, de derechas e izquierdas, una bazofia), pero más que tener compromiso con el antifranquismo, quiere tener compromiso con la realidad, por lo cual todos los personajes reciben una revisión crítica, una fuerte y no siempre irónica crítica. Y sus acciones igual. O´Flynn es una patraña, Bartra otra, la pelirroja otra, David y Paulino otra...
En Rabos de lagartija encontramos algunos símbolos muy fuertes: el barranco seco, la oreja del despacho del otorrino en la pared, los cigarrillos y el café, la Penélope que espera a su Ulises ridículo, etc.

La recreación de la época me parece muy buena. Algunos nombres de marcas y de objetos se me han escapado. La memoria y la imaginación de Marsé son poderosas.

Debo decir que me ha dejado un sabor de boca muy bueno. Ahora a por las demás. Coño, ¡qué bueno es esto de leer clásicos y entender por qué se han hecho clásicos! Si siempre sucediera así...

viernes, 28 de octubre de 2011

Reto literario "Constituyen pandemia"

Es una tonta idea que se me ocurrió y que mi amiguete Pedro López Manzano (creeloquequieras.blogspot.com) ha comenzado con dos enormes (y minúsculos) relatos. Para más información (y más y mejores cuentos que el que hay abajo), pinchad en su blog o AQUÍ.




Constituyen pandemia III. Perversa Pandemia

Perversa pandemia

Constituyen pandemia mis deseos de verte, sólo una vez cada mes; pandemia de mis pensamientos y de mis actos; constituyen pandemia las toxinas que libera en mi cuerpo el no tenerte cada tarde en nuestra alcoba; constituyen pandemia los ánimos repetidos y las repetidas autoinoculaciones de ánimo tras cada palabra de ánimo que los demás me dan.

Pero también constituyen pandemia las miradas que no puedo evitar a los otros hombres; pandemia los futuribles pánicos de una hembra fuerte y valiosa como yo; pandemia las mañanas de sábado masturbándome ante el espejo, en el baño, abrazada por increíbles cualquieras. Constituyen pandemia las paralelas de mi pensamiento que confluyen en la triste idea de que no te amo a ti, sino que amo al Hombre.



(c) El cuentacuentos

lunes, 24 de octubre de 2011

La escafandra y la mariposa, de Julian Schnabel

Por lo menos tres personas diferentes me han animado en las dos últimas semanas a que me acerque al cine a ver El árbol de la vida. Se han quedado entre intrigadas y fascinadas por un cine que no cuenta historias. ¿Es eso posible? Pues sí.

Terrence Malick es el mismo director de La delgada línea roja, una película narrativa, que contaba una historia, pero que en determinados momentos abandonaba esa necesidad de comunicar hechos para volcarse en la necesidad de comunicar ideas y sentimientos, incluso sólo estéticos. Esto ya ha sucedido en otras películas, en muchas otras. Se me viene a la cabeza una película depreciada por muchos y alabada por otros que es La fuente de la vida, que también contaba con una importante parte de su metraje de esta manera. Esto, que el viejo Eisenstein llamaba cine-poesía, en contraposición con el cine-novela, es un género (o supergénero) que fue devorado por su hermano mayor todopoderoso, el cine como relato de sucesos.

Pues bien, la película que se me ocurre comentar, o más bien sugerir, esta mañana, es un ejemplo de cine-novela con numerosos fragmentos de cine-poesía, y se llama La escafandra y la mariposa en honor a una novela que cristaliza la historia que Julian Schnabel, su director, decide contarnos. Hace unos años, al parecer, un importante periodista de una revista de modas, sufría un accidente que le dejaba absolutamente invalido (incapaz de mover todo su cuerpo) pero sin pérdida de inteligencia. Digo todo pero no es exactamente así: podía mover uno de sus ojos y parpadear. (Y es escalofriante que salvo en las retrospectivas de la película, el actor que representa al protagonista sólo mueve el ojo izquierdo). Y de ahí la idea de ese "síndrome de reclusión".



Es una película bella, íntima, preciosa, llena de reflexiones personales, de hermosos momentos, sin concesiones a los extremos. Está plagada de imágenes evocadoras, como por ejemplo las de las metáforas de la mariposa y de la escafandra, pero también de planos expresionistas y angustiados. La visión en primera persona, la cámara subjetiva que se desenfoca como la mirada pobre del protagonista, tiene un valor narrativo (pero también lírico) extraordinario, las miradas al final de las faldas que nunca podrá sino anhelar, a los paisajes que configuran una nueva vida contemplativa, los comentarios en off de un personaje al que sólo una logopeda da una pequeña esperanza de comunicación... Es de una belleza, y me reitero, extraordinaria. Y si alguien quiere empezar por el cine-poesía, podría ser una buena manera de iniciarse.




jueves, 20 de octubre de 2011

Préstamos perezosos

Impolítico comentario el que se me ocurre, puesto que mis seres queridos me dejan con bastante frecuencia libros y cómics. Espero que se sonrían un par de veces pensando en que cuando yo les dejo libros a veces también ellos se miran entre sí y suspiran discretamente.

Hace unos días se me ocurrió pensar que un libro, además de un texto, una historia, un mundo imaginado y medianamente real en sí, era un proyecto personal. Por lo tanto, también es una elección personal. Cuando elijo un libro me encanta pensar en las razones que en ese momento me mueven a leer esas palabras concretas y no abrir otro lomo. Pero, ay amigo, ¿qué pasa cuando alguien se te acerca por detrás, con malas intenciones, una sonrisa perversa y un taco de casi mil páginas con letras muy comprimida?

-Toma, Andrés. ¿Te acuerdas que el otro día estuvimos hablando de XXXXX?
-Pues...
-Je, je, qué memoria. Sí, hombre, casi diez minutos, y me dijiste que estaría muy bien saber algo más de ese autor y sobre todo leer algunas páginas suyas.
-Sí, claro, claro.
-Pues bien, aquí te he traído este libro que es el mejor que ha escrito hasta este momento. Es genial, es una obra maestra. Yo cuando me lo acabé, yo no sabía qué hacer, anduve toda esa tarde como perdido...
-Ah, muy bien, lo que pasa es que últimamente...
-No, tranquilo, sin prisas. En tres semanas me lo devuelves, no lo necesito por el momento.
-¡!

Cuando uno elige un libro lo hace por razones muy variadas. Y una de ellas es la morosidad que puede emplear para leérselo, o la rebeldía en sentido inverso, la velocidad inusitada. Cuando leía Los detectives salvajes... ¡Coño, aquello parecía que estuviese leyendo a los detectives de Agatha Christie, no podía parar!

-Pero no, no lo estás leyendo bien, tiene muchísimas referencias que te tienes que estar perdiendo si vas tan rápido.
-Lo sé, ¡pero es que no puedo parar!

Otra, claro, son los autores de los libros. Mi amigo Pedro-creeloquequieras.blogspot.com, cuando cata uno de Joseph Roth no se lo deja arrancar de las manos ni con violencia. Igual puedo decir de Juan Antonio con Orejudo o de Suto con algún volumen de Canción de hielo y fuego o de aquella saga cyberpunk que leíamos de adolescentes, Cuando falla la gravedad.

-No lo entiendes. Es que es muy bueno.
-Ya, pero no me gusta.
-No te puede no gustar, si es bueno te tiene que gustar. Si no, ¿para qué has estudiado tanta literatura?

¿Y los lomos, las páginas, los colores de las portadas, los dibujos, las maquetaciones? Los libros de Anagrama bolsillo me atraen hasta que los abro. Entonces me encuentro con esos escaneos de calidad malísima y vuelvo a dudar de mi elección.

-¿Quince euros por esto? Debes de estar de broma.
-Pues haz una desiderata a la biblioteca. Con lo que ahorres puedes dar la entrada de la hipoteca.

Pero no nos dispersemos. Llega tu madre y te da un libro, te lo pone en la mano, recién sacado de algún recóndito estante. Te mira y sonríe. Sabes que su corazón espera respuesta. Ella lo ha leído y le ha gustado, o incluso le ha apasionado. Si te apasiona, estarás más cerca de ella, la querrás más. Pero tú sabes que ese libro no te gustará, conoces a ese autor y sabes que emplea una retórica oral que está muy alejada de tu gusto por los libros formales, asentados, decimonónicos. O simplemente, la portada es fea.

-Me encantó. Te gustará.
-(Glup).

Llega tu alumno especial y te trae a clase el libro que leyó en vacaciones y que cambió su vida: Vampiras y amigas:

-Me leí la Carta a una desconocida, y luego me leí este. Me gustó mucho, es mejor que el que tú me dijiste, y te lo he traído por si te gusta y lo quieres poner de lectura para otros cursos. ¿Lo quieres leer?
-Pueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeessssssssssssssssssssssssssssssssss...

A veces te lo estás buscando. Porque los que las dan las toman. ¿No te has sentido entendido, comprendido, oído, escuchado, al hablar de libros, te has crecido, has querido más a ese compañero del trabajo y... le has llevado un libro? Pues el que a hierro mata, a hierro muere. Y además, a veces, si no quieres caldo, tomarás dos tazas.

-No era necesario, si ya me dejaste tú uno...
-Ya, pero como empezaste tú con Los cuadernos de don Rigoberto y después de que yo te dejara La fiesta del chivo tú me trajiste Manual de inquisidores, que me encantó, pues ahora te he traído éste, que a mí me ha gustado mucho...
-Rabos de lagartija... No, no he leído nada de Marsé.

Marsé me está gustando un disparate. Pero es que en la misma semana me llevé a casa del orden de seiscientas páginas con compromiso de lectura. Lo cual sumado a las páginas que tengo que leer por trabajo y las que tengo que leer por formación académica -y las que quiero leer por mi cuenta- acaban con mi tiempo de todas todas.

¿Y los préstamos a destiempo? ¿Qué opináis de dejarle el Barrabás de Pär Lagerkvist a un niño de ocho años? Qué cosas tiene mi tío...

-Buenísimo. Si te gusta leer...
-Sí, me gusta mucho.
-Si te gusta leer, tienes que leer libros buenos.
 
Son las encantadoras anécdotas de los préstamos de libros. Se me ocurren muchas más, pero no acabaría de escribir nunca, y desgraciadamente siempre tenemos más cosas que hacer y menos tiempo para ello. La solución, quizá, pasaría por no perderlo escribiendo palabras tontas como estas. Al fin y al cabo, el que te deja un libro te deja un pedacito de sí porque ya lo ha hecho suyo. Y por eso, a las malas, es mejor leerse un par de capítulos y devolverlo a hacerlo dejándolo virgen.





miércoles, 19 de octubre de 2011

Las ausencias probadas

Las ausencias probadas

La suciedad que se acumula en las recónditas esquinas bajo las teclas de tu ordenador me hacía pensar en unos seres invisiblemente maleducados, que desarrollaran su vandalismo en el más desoído de los silencios y que comieran inadmisibles bocadillos de atún sobre mi herramienta de trabajo intelectual. Esos otros, que en realidad no necesitarían más que unos instantes de comprensión y abrazo o castigo y ejecución -tan simple se muestra a veces la respuesta a un tan gran mal-, me han hecho especular sobre las ausencias probadas.



(c) El cuentacuentos





martes, 18 de octubre de 2011

Bienvenida/o, Tatty

Siéntete a gusto en este blog. Si algo te gusta, escríbelo. Si no, escríbelo más. Pica a la anciana y tranquila/o, que contestará.

Espero verte por aquí a menudo. Eso será buen señal.

La verdad sobre la lengua de Shakespeare, por The Piestasters

Pues no es otra que, al ser una lengua, no es mejor ni peor que otra, que tiene dialectos y que se usa, hablada y escrita, con mucha más variedad de la que los globalizados ciudadanos pensamos. He aquí un ejemplillo divertido a la par que, quizá, misógino. (Otro día hablamos sobre lo moral y la literatura.)






wish I could count on you, I wish I could count on you.


(chorus: I can't stand it, I can't stand it [can't take it girl], I can't stand it, I can't stand it)


Fussin' and fightin' all day long Tossin' and turnin' everything seems wrong


(chorus)


Gal you get me ma ma madda madda mad and crazy
Gal you get me ma ma madda madda mad and crazy
ma ma madda madda mad and crazy
Gal you get me Gal you get me Gal you get me
You come inna de venue talkin bout you on the list
when it nah dea same time the drama commense
I saw you tried to tempt the gateman by carressin his chest
and when him nah impress den you gi him french kiss
slide thru the gate now with your smudged lipstick
try fe get backstage talkin bout you with the press
tellin the promota dat you bad no bitch
Pietasters is a band dat nah romp wi dis
Come


You go West, I'll go South
All I know is that I'm checking out of here


(chorus)


Well I seen gal from east and I seen gal from west but I must confess you is
the biggest mess yet
With your oversized breast, undersized dress
Give it a rest cause, were not impressed
Take your oversized breast gal and shook dem in
Your causin a disturbance upon the ska scene
Gal like you coulda neva be my queen
Could neva Selah or neither Steve
Gal you get me ma ma madda madda mad and crazy
Gal you get me ma ma madda madda mad and crazy
Gal you get me Gal you get me Gal you get me



Edito: With your oversized breast, undersized dresses parece lo que en la facultad llamábamos paronomasia. ¿O era antítesis? Como quiera que sea, tiene su gracia.

miércoles, 12 de octubre de 2011

El contexto, de Leonardo Sciascia

Me han gustado a mí las novelas de Leonardo.

Después de echarle mano a El consejo de Egipto, me quedé con hambre de más. Y la novela con la que me hice fue El contexto. Se trata de otra novela corta, de no más de ciento sesenta páginas, con una tensión mantenida a lo largo de sus páginas que lleva a una lectura cómplice. "Cómplice" es uno de esos palabros que en una crítica literaria (aunque lo sea sin trascendencia ninguna, como esta) son muy útiles, porque lo dicen todo y no dicen nada. Personalmente aborrezco -aunque las use tanto como el que más- esas palabras, así es que como ejercicio de sinceridad voy a decir qué significa hoy, aquí y ahora.

Leonardo Sciascia escribe una novela negra, con un detective que investiga un caso de un asesino en serie que está matando a altos cargos del sistema judicial de una sociedad seudoitaliana. Su detective es un intelectual, por añadidura. La sociedad seudoitaliana de la novela, su espacio y su tiempo, son una clamorosa -pero inargumentable- copia de la Italia de los años setenta. La complicidad debería significar que dos personas están de acuerdo en algo, y que por tanto, a la hora de referirse a ese algo pueden reconocer ambos que lo están haciendo, ya sea directamente o, más a menudo, bajo una clave. Pues eso es lo que sucede. A Leonardo Sciascia le basta saber que el lector de sus novelas es culto, que está al día en cuestiones filosóficas, artísticas, históricas y políticas. Leonardo sabe que yo lo sé, pero además sabe que yo sé que él lo sabe. El reflejo es como el de una cámara que filma a un televisor...

La complicidad de la novela de Sciascia sirve para que un humor irónico salga a flote en toda la novela. Así, Sciascia puede hacer una aguda y divertida crítica a toda la sociedad italiana, a los sistema de pensamiento vigentes en la Italia de los años setenta, a la Revolución, a la Contrarrevolución, a la novela negra, etc.

Igualmente roto-o-descosido (útiles) en una crítica literaria es la palabra "parodia". Veamos ahora qué significa en Sciascia... Sciascia homenajea la novela negra haciendo una divertida novela negra. Saca a la luz los entresijos de la novela negra (es un poco deconstructiva, a mi juicio) para que sus lectores leamos una novela negra a la vez que leemos el manual de instrucciones del género novela negra, todo en uno. Como me decían en clase: un aplauso y una caricatura a la vez. Los personajes tienen nombres muy débiles, y los conocemos casi únicamente por sus acciones, no por sus pensamientos, como pasaba en las novelas de Dashiell Hammett. Pero la desgracia es que sus acciones son tan erráticas y tan absurdas muchas de ellas que para poderles dar un sentido necesitamos crear un contexto.

Y he ahí el título de la novela.

Me ha gustado mucho, pero creo que sólo se puede disfrutar de verdad con unos mínimos conocimientos del pensamiento de los setenta.




El consejo de Egipto, de Leonardo Sciascia

A las cuatro de la mañana como son, no sé si esta entrada hará justicia a una novela de la calidad de la que he leído los últimos días. Juan Antonio me mortificará por usarlo, pero me reitero en el criterio de elección que sigo necesitando tras mis fatigas intelectuales por asuntos que no vienen al caso en este blog... Así es que seguí desoyendo la llamada de mis siete novelas a medias y empecé una novela llamada así, El consejo de Egipto. A su autor lo conocía, lo oí nombrar en la carrera y fuera de ella. Las perlas de la literatura italiana nos llegan con demasiada racanería. Me encantaría leer libro italiano sí y libro italiano también, pero la verdad es que no sé qué leer de la literatura del país del adriático. ¿Qué se escribe en Italia? ¿La soledad de los números primos? Vamos, no puede acabar sólo en eso. ¿Seda, el remake de la Iliada? Bien, Baricco es un gran narrador y tan loco, estrafalario y valiente como los grandes italianos; y hasta el comienzo de los Números primos es terriblemente prometedor (yo lo habría dejado en el primer capítulo, el resto de la novela le fui perdiendo el interés). Pero no conozco más. Y eso me apena, la verdad.
Tal vez por ello era el momento de dejar de saber de oídas y empezar a leer de nuevas. En el mundo de las humanidades hay demasiadas referencias y demasiada poca lectura (lo cual es un juicio-prejuicio gratuito que yo regalo con la sola base de ciertas experiencias personales). Es vomitiva la cantidad de veces que se cita sin leer. Y por eso me dije que ya era hora de dejar de saber por referencias de la obra de Sciascia. Y me puse manos a la obra.

Lo primero fue recuperar El contexto, mal regalada con anterioridad. Pero con El contexto en la mano, me dije que mejor sería comenzar por El consejo... ¿Qué es El consejo...? Pues una espléndida novela en menos de doscientas páginas, editada en Tusquets. Se trata de una breve novela situada en la Sicilia de finales de siglo XVIII (de las luces y la razón) en el que un comienzo milyunanochero lleva al protagonista a ser traductor improvisado de un diplomático norafricano. Y en el momento, como ni unos (cristianos sicilianos) ni otros (islamistas árabes) pueden desmentirle, decide hacer una traducción falsa, inventada, con el fin de mejorar su modus vivendi, en ella se inventa todo lo que le da la gana. Y así, con toda la falsedad del mundo, se arroga el derecho de crear el pasado, un pasado que justificará el presente como argumentación para unos privilegios estamentales o para una usurpación de tierras por parte de la corona. Y en ese ajedrez cobrarán especial relevancia la mentira histórica del abate Vella y la verdad republicana del abogado Di Blasi.

La novela tiene una estructura en tres partes. La primera es más ligera y tal vez más cómica que la tercera, más densa y simbólica -creo yo-, mientras que la segunda es una bisagra entre ambas. Cada capítulo no ocupa mucho más de cuatro páginas.

El estilo de la novela está tremendamente depurado. La traducción no hace aguas y se puede leer bien. En ocasiones, Sciascia juega con sus conocimientos de cultura española y de literatura castellana, y en otras hace lo propia con la latina eclesiástica, y los lectores salen ganando con un diálogo entre ellas muy valioso. El estilo de Sciascia no es muy proclive a descripciones largas, pero a mí me gustaría en algún momento, de aquí en adelante, leer alguna suya, puesto que su capacidad de percepción e imaginación de mínimos detalles culturales es muy rica.

En general me ha gustado la novela. He leído y leeré muchas otras que me gusten más. Quizá incluso suyas. (El contexto me está encantando.) No obstante, el bello perfume que la novela destila a años setenta, a problemas semióticos y a literatura de corte simbólico, que quiere hablar sobre otras realidades, me han cautivado. Creo que no es una novela para todo el mundo, pero quien supere algunos problemas iniciales puede adentrarse en caminos sembrados para el diálogo de ideas.

Parece que siempre vengo a decir lo mismo, pero esta también la voy a recomendar.




jueves, 6 de octubre de 2011

Reina de la oscuridad, de Saurom Landerh

Las cosas mejores por las peores. Es una canción emocionante, lo mismo a una mujer que a una tierra.
 
 
 
 
 
 Longeva doncella, faz desmembrada
Caliz confuso hembra sagrada
Perla, desgastada por orden del tiempo
Madre, tantas veces tus hijos te hirieron

Guardo con recelo un tesoro en mi piel
Rasgan mis pesares los amantes del ayer
Antaño princesa, miserable alguna vez
Vi crecer imperios que crecieron en mis pies







Corona empedrada, morena de cara, montaña de gemas
Cortejas dos mares, hermanos que por tus encantos pelean
Duelen, cicatrices que curan la historia
Danzan en tu velo poetas, pintores, guerreros…

La Mezquita añora tu presencia cada abril
En la Alhambra esperas entre llantos a Boabdil
Bañas tus cabellos niveos a orillas del mar
Mientras te perfumas con esencia de olivar

Reina, reina del mundo puedo sentir tu tristeza olor a jazmin
Linda, linda doncella, cuidada de mi que yo siempre lo hare de ti

De etnia gitana, hispana, romana o tal vez fenicia
Fiel madre mora, morita de sangre verdosa y mestiza
Tierno, cascabel que Hipnotiza a los hombres
Legas, ocho hijas hermosas pasiones desde entonces

Los diversos dioses por ti siempre velaran
Engendras culturas y criaste a muchas mas
Bécquer, Lorca, Alberti te recitan con pudor
Versos desde el cielo, que camuflan tu prision…
 
 
 


Edito. Olvidé decir, vergüenza mía, que esta canción me la dio a conocer (junto con otros veinte discos, de una tacada) un estupendo alumno de hace un par de cursos.