Blog literario idiota de Andrés Nortes Martínez-Artero. Literatura y rock en vena. Y alguna cosa más

viernes, 11 de julio de 2014

La noche feroz, de Ricardo Menéndez Salmón

A mitad de la lectura de Moby Dick, para descansar de los capítulos documentales sobre los balleneros de Nantucket, empecé una novela de Menéndez Salmón que se llama La noche feroz.

Ricardo Menéndez Salmón es un autor que me resulta especialmente grato. Si no equivoco las cuentas este es el quinto libro que leo de él, después de la trilogía del mal (La ofensa, Derrumbe, El corrector) y de La luz es más antigua que el amor, novela que descubrió a este autor para mí y que llegó de manos de mi amigo Juan Antonio López Ribera, que me ha descubierto tantos y tan buenos escritores españoles contemporáneos. Con la cantidad de libros pertenecientes a distintos autores que a a los lectores ansiosos y picaflores, como yo, nos gusta leer, este es un dato que hay que tener en cuenta, no por nuestra (mi) calidad como dichos lectores, puesto que la expreiencia de cada uno, solo a cada uno vale, sino por el hecho, extraño en sí, objetivamente hablando.

La novela trata sobre una búsqueda de presuntos culpables de un crimen hacia una niña, centrado en la perspectiva de un maestro (aunque no sólo seamos testigos de esta, sino que llegaremos a las visiones del mundo de otros personajes también. Se desarrolla en Asturias, en la España de la guerra civil y tiene algunos otros personajes también muy interesantes (el maestro, los fugitivos, el padre Aguirre,...), más por lo que son que por lo que hacen en el relato, o en todo caso, caracterizados por unas pocas -poquísimas- acciones puntuales, o incluso singulares líneas de diálogo.

Las novelas de Menéndez Salmón que he leído suelen ser breves, y sus capítulos son efímeros fogonazos, imágenes congeladas de momentos puntuales de la historia. Si el autor llega a leer -que no creo- esta mini-reseña, espero que no se enfade si a sus criaturas literarias las comparo con un juego de niños de “une los puntos”. Con la peculiaridad de que sus puntos son destellos puros, fogonazos, soles, estrellas... Y por tanto, cuando unes la línea, tienes tanto blanco en los ojos que caminas ciego hacia el siguiente punto. Cada capítulo de La noche feroz ciega con metáforas aterradoras, aterradoras porque son un espejo que no acaramela la realidad. No es una prosa costumbrista ni un naturalismo farragoso, sino que es una escritura donde un solo detalle, por ejemplo, en las descripciones, crea todo un ambiente. (Lo físico, de cualquier modo, suele ser apoyo de lo metafísico o al menos de lo reflexivo). Su adjetivación es sorprendente. Es una prosa realmente cuidada. Quién sabe si los originales de estas novelas no son de trescientas páginas antes de pasarles el tamiz que las convierte en algo tan concentrado.

Muy lejano de la cosmovisión cómica, para mí Menéndez Salmón es un trágico, un creyente en el fatum más triste de todos, que es la oscuridad del ser humano.

Muy interesante. Muy buena novela.