Blog literario idiota de Andrés Nortes Martínez-Artero. Literatura y rock en vena. Y alguna cosa más

Mostrando entradas con la etiqueta Entradas que no merece mucho la pena leer. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Entradas que no merece mucho la pena leer. Mostrar todas las entradas

sábado, 23 de julio de 2016

Por ahora

Que este blog se llevo con más o menos poco cariño no es una novedad, y puede corroborarse con el alto volumen de mentiras y promesas incumplidas. En el mes anterior, o a comienzos de este, ya no recuerdo, hice algunas en las anteriores dos entradas, después de mucho tiempo sin escribir nada. Y tuvo repercusión especial en ni más ni menos que Islas Mauricio: el mes pasado hubo muchas entradas localizadas en Islas Mauricio. Normalmente no hago ningún seguimiento de ello, pero por curiosidad esta tarde he echado un ojo. Esto de Internet nunca dejará de sorprenderme.

Actualmente estoy leyendo A la busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, y Los endemoniados, de Dostoievski, a unas cincuenta páginas al día para que no se me mueran en las manos. He comenzado un club de lectura con los amigos de mi pareja (que también son mis amigos) con un título que aún está por elegir pero que no se deslizará mucho de los límites de la novela contemporánea. También leo una colección de relatos de mi amigo Pedro López que se llama Narraciones extraordinarias (y otras no tanto), autor de creeloquequieras.blogspot.com que es un blog donde sube maravillosos microrrelatos (y algún relato extenso más, pero principalmente micros y también artículos y reseñas) y La Galla Ciencia, revista poética que se redacta en Murcia pero que cada vez tiene un alcance más grande. Ayer leí dos números que me faltaban de Estela, una saga de comics de ciencia ficción que lleva muchos años publicándose. De comics voy a intentar meter mano también al arco que John Buscema dedicó a Conan y a Belit en Marvel, tres años de su vida y también de la del personaje (La reina de la costa negra).

Me encanta leer. No me encanta lo demás.




viernes, 10 de junio de 2016

Respeto

Respect to New York, respect to London (Tim Armstrong)

Cuando convoco un grupo de lectura, un pequeño club entre amigos, aquellos a quienes más me gustaría tener a mi lado para iluminarme con sus ideas sobre esos textos sobre los que me gustaría tanto compartir impresiones, ideas, nociones acaso, habitualmente me fallan. No quieren. Rehúsan. Se niegan. Se plantan en bastos. Que no, coño, que no.

¿Es esto a lo mejor un mea culpa después de tantos años de esnobismo? ¿Es lícito el esnobista adjetivo esnobista? Y los juicios... ¿Dónde quedan los juicios en todo esto? Y lo más importante, ¿por qué mis amigos no han querido leer ningún libro conmigo?

El tiempo ha pasado. Mirar universitarios/as es ya ver a gente de otra generación, y perteneciente a otro mundo, bellos alienígenas. Así pues, pasado el tiempo en el que también yo fui de Marte puedo pensar en cómo la cosa cambió.

En el respeto. Fundamentalmente cambió en el respeto.

Respeto a quienes leen poco tiempo, muy poco. No respeto tanto a quienes no leen absolutamente nada, o no desean leer, o no desean poder leer nada.

Respeto a quienes pasean bellos por las soleadas costas de la lectura, que no se sumergen, ni venden su casa para volverse marineros, pero reservan en su corazón un huequito para aquellas vacaciones que pasaron una vez en Macondo o junto a Holden Caulfield.

Respeto a quienes leen por primera vez algo, como a quienes aman por primera vez a alguien. Ya todo se volverá más gris, y ellos más miopes (si bien, en el mundo de las letras los colores brillan ligeramente más).

Respeto a quienes saben más de libros que yo y no han estudiado más de libros que yo. (O no han estudiado nada de libros; a esos los respeto más que a ninguno).

Respeto a quien leyó Macbeth pero no leyó todo Shakespeare. Respeto a quien leyó Shakespeare y le desbordó tanto que tuvo que decirlo a unos y a otros. Supongo que si lo hubiera hecho yo, también sería así de incontinente, si es que eso es ser incontinente y no mera justicia.

Respeto a los escritores de Facebook cuando me hacen inspirar con fuerza. No tanto si lo que escriben me parece malo o muy malo.

Respeto a quienes no tienen los mismos gustos que yo y no quieren tenerlos, pero siguen hablando conmigo sin evangelizarme. De ellos he aprendido a no evangelizarlos tampoco yo.

Respeto los juicios muy minoritarios. Ya no me parecen chaladuras. De hecho, defenderlos ya implica el rechazo de los demás. Y los respeto más si además están argumentados, no por necesidad judicial, sino por aprecio a mi capacidad intelectual.

Respeto los juicios muy mayoritarios. Ya no me parecen banalidades. De hecho, defenderlos ya implica el rechazo de los mejores. Y los respeto más si además están argumentados, no por radiación de colmena, sino por aprecio a mi capacidad de disensión.

Respeto a los que no dejan de leer. El mundo fuera de los libros vale la pena solo a ratos, solo en ciertos momentos, y solo bajo ciertas luces.

Así que ahora que cierro este mea culpa que no es tal en realidad -o sí, respetemos a los lectores hermeneutas- podría ser que a lo mejor quienes nunca quisieron leer conmigo me acepten para tomar un café y una tarta mientras hablamos de los libros que leímos.




lunes, 5 de noviembre de 2012

Silencios blogueros

A continuación escribo la primera muestra de las reseñas breves que por motivos de tiempo tengo que hacer para quedar "en paz" conmigo mismo y con quien/es tenga/n interés en estas letrujas informáticas. Si queréis más extensión, más palabras, más ideas (bueno, en la medida que me sea posible, se hace lo que se puede y de donde no hay más no se puede sacar más, aunque vid. infra), pedidle responsabilidades a nuestros ineptos gobernantes españoles (a la mayoría de ellos) que no conocen las más elementales nociones de matemáticas y creen que más es menos. Está claro que soy funcionario, y que soy funcionario de educación, que soy profesor y que doy más clases a más alumnos por menos dinero en aulas con menos calefacción, y que según algunos esto debe conducir inevitablemente a que aprendan más y/o a que en las olimpiadas educativas europeas llamadas también Informe Pisa.

Ojalá todo fuera diferente.


jueves, 8 de diciembre de 2011

Vergüenza

Qué lamentable, qué roja se me ha puesto la cara al ver este vídeo. Dudaba sobre si pegarlo o no. Qué lástima da occidente, con sus mentiras a occidente y al resto del mundo. Es la peste de esta mañana soleada. Ojalá no lo hubiera visto.


jueves, 2 de junio de 2011

Tenía yo un blog...

Queriendo escribir esta lamentable disculpa pública me he equivocado tres veces con la palabra clave, y me han salido "log", "bog" y "lgo". Un cuaderno nuevo necesito para escribir -el mío está desordenado y ya no me sirve-, una interjección de repulsa me sale de la garganta ante la ausencia de instantes para poder relajarme y enervarme ante ese cuaderno vacío que no tengo. ¿Cómo lograrlo, qué hacer? Es a- que en estos momentos no sé, pero en algunos días debo descubrir.

Hasta pronto.

domingo, 3 de abril de 2011

Salir de las trincheras

Comenzaré confesando que mis comienzos en esto de la escritura de diarios tematizados en internet -es decir, de blogs- me atraía al tiempo que me causaba una cierta aprensión. Nunca se sabe, las opiniones vertidas, la palabra esclaviza a quien la pronuncia y deja de ser su amo, etcétera.

Después de varios años de escribir un blog sin fidelidad ninguna por mi parte -he pasado semanas sin escribir para luego hacerlo compulsivamente en pocos días- ni por la de la mayoría de mis tibios lectores -qué se le va a hacer, sinceridad über alles, esto es un recomienzo, nadie dijo que sería simple, qué narices-, probando a escribir mucho y a escribir poco, a escribir variado y a escribir concreto, a ser serio, a usar el humor, a generalizar, a volcar mi persona, despersonalizar, a cambiar a menudo la imagen del blog, plantear encuestas serias y encuestas tontas a los supuestos lectores que tras tres meses sólo recogían dos respuestas, la de mi amigo Pedro (creeloquequieras.blogspot.com) y la mía propia, me planteo hacerlo de otro modo: salir de las trincheras.

Esta nueva relación de mi blog conmigo no me va a dar la victoria -esto es, unos pocos que se aventuren a leer mis cuentos y mis poemas, que es lo que realmente me gustaría que sucediera pero que no sucede nunca porque no tienen fotos de mujeres con grandes pechos ceñidos, o violencia extrema, o de cine y jazz de los años treinta, además de caer en el insoportable vicio de ser más extensos de ocho líneas, vaya coñazo, o, qué sé yo, incluso, incluso, me atrevería hasta a decir esto, que sean cuentos y poemas malos y rematadamente malos- y seguramente no va a cambiar nada. Cuando empecé a escribir un blog mi idea era que hubiese gente que leyera estos cuentos y estos versos. Cabe decir que cumplí al pie de la letra los mandamientos para hacer que un blog tenga un enorme tropel de lectores: escribir y darse a conocer en otros blogs -por fortuna, después de unas cuantas cribas de anunciar servilmente blogs de medio pelo, recobré un poco de amor propio, volví a buscar y los encontré bastante buenos-, buscar portales de blogs y colgar la dirección propia, etc. Lo demás -reseñas, comentarios, noticias- vino luego y secundariamente. El caso es que este blog apenas tiene un mínimo seguimiento. No hay comentarios, ni retroalimentación. El ocioso que esté leyendo estas palabras en lugar de estar haciendo algo mejor debería pensar que no van a él/ella dirigidas, pero esto es como cuando, en clase, me quejo del absentismo: no se puede regañar a la ausencia. A los varios cientos de personas que han entrado en este blog a la entrada de "literatura y cómics" y no han sido capaces de dejar un comentario -breve, un simple gracias como yo hago cuando tomo información de un blog para una clase o para mi interés propio-, sí les puedo decir en voz alta y clara, y con un buen infinitivo -que si no no suena bien-: "iros a la mierda, a la putísima mierda".

(La anciana se ha quedado a gusto.)


Tras días y días de encontrar en esta mezquina realidad que ya no merece la pena la hora de reloj que me pueda costar la redacción de una reseña o las cinco que me pueda llevar un ensayo como el de "mujeres en el rock and roll" si a otro no le merece la pena pasar cinco segundos de su vida en escribir un comentario agradeciendo ese tiempo y esa dedicación, he pensado en copiarme en un archivo de texto los baldíos textos de este fracasado blog y cerrarlo. Pero sería huir, no sé de qué, pero huir, y huir es sólo comenzar a hacerlo. Y no parece un buen camino.

Por tanto, desde hoy se acabaron los lectores-meigas. Empiezo a escribir por y para mí, como no debiera dejar de haber hecho. Habrá algunos cambios de importancia en el blog. Quien quiera, conmigo, quien no, no me interesa. El cuentacuentos deja de ser un cuentacuentas; en realidad, es (soy) Andrés Nortes Martínez-Artero.




martes, 5 de octubre de 2010

Madre del amor hermoso, qué rabia...

Es lo que me viene diciendo la anciana cada día desde que a los señores de Google se les ocurrió aupar mis entradas sobre los tebeos y sobre los videojuegos.

Desde el momento que esto sucedió, por las imágenes que contienen o por la ausencia de otros textos que traten estos temas, este blog se convirtió de la noche a la mañana en una mera excusa para esos dos artículos. La -egocéntrica, lo sé, quien esté libre de culpa que escriba el primer comentario- visión de las estadísticas de las visitas de la página es demoledora: más del 95% de éstas se refieren a dos artículos objetivos en medio de un blog personal y absolutamente subjetivo (entendiendo por sujeto y no por energúmeno a la anciana).

Aunque hasta hoy la anciana no ha querido mal alguno para sus hijos, empiezo a vislumbrar la rica venganza que supondría eliminarlos...

(Y sí, es una de las razones por las que no escribo tan a menudo como lo hacía antes; la otra, la escasez de comentarios que hace que esto parezca predicar en el desierto -digital-.)




miércoles, 4 de agosto de 2010

Hasta la vista, baby!

Estos días estaré por aquí y por allá, lejos seguramente de unos minutos para escribir siquiera una pequeña reseñita de La soledad de los números primos, un libro fácil (después de lecturas de este año como La divina comedia, el Decamerón, El hacedor, Opiniones del gato Murr y otras tantas maravillas que, tras veinte minutos de lectura te hacen levantar la vista, ir al baño y lavarte menos la cara que el cerebro para seguir en esa intensísima sintonía con ellos) que incluso he podido leer en el autobús.

Qué ganas tenía de algo así... De las vacaciones, ¡y también de un libro fácil!

Y mientras no estoy aquí, pues pasad estos quince días como mejor podáis. Diría que de vacaciones, pero ahora que sé que tantas personas de Sudamérica echan de tanto en tanto un ojo a este blog, me regalo el placer de la duda y la pregunta.

Sed buenos. Mejor, no lo seáis. Hasta pronto.




martes, 15 de junio de 2010

Cuánto tiempo hace que no escribo algo de más de dos párrafos...

Aún queda por allí El complemento directo según Bertolt Brecht, una novela que algún día me gustaría escribir, para la que tengo ideas, y que ningún editor en su sano juicio publicaría (ni yo mismo me la publicaría, si comiera de mi editorial). También recuperé -merced a mi amigo Piotr L. Manzano- el texto de una novelita de fantasía que escribí hacia la mitad de la carrera, en lugar de atender a las clases de Gramática histórica, cuyo título se me atragantó tanto que no conseguí discernir, y a día de hoy aún no tiene. Debo decir que poco después de que me enviara mi texto perdido, empecé una revisión que aún no ha acabado (porque no seguí con ella, vaya) y que al terminar publicaré por acá, por si alguien quiere evitarse tener que pagar dinero por un novelucho tipo Dragonlances y Mazmorras. (Aunque aquí me sale el orgullo y niego cualquier relación con la literatura pulp de espada y brujería y reivindico que mi humilde texto está plagado de trucos narratológicos que coinciden con lo que iba aprendiendo en esos momentos en la carrera.)

Y una sugerente novela sobre la muerte -o suicidio programado- de un abuelo en estilo epistolar, y una locura atomizada que quiere ser Rayuela y se queda en rayita, etc.

Quiero escribir, no perder mi tiempo en mezquindades. Quiero dedicarme a jugar con mi perro, a escribir, a hacer el amor, a viajar, a dejarme la barba larga sin que me pique, a tocar la guitarra. Quiero que muchas cosas sean diferentes.