Me han gustado a mí las novelas de Leonardo.
Después de echarle mano a El consejo de Egipto, me quedé con hambre de más. Y la novela con la que me hice fue El contexto. Se trata de otra novela corta, de no más de ciento sesenta páginas, con una tensión mantenida a lo largo de sus páginas que lleva a una lectura cómplice. "Cómplice" es uno de esos palabros que en una crítica literaria (aunque lo sea sin trascendencia ninguna, como esta) son muy útiles, porque lo dicen todo y no dicen nada. Personalmente aborrezco -aunque las use tanto como el que más- esas palabras, así es que como ejercicio de sinceridad voy a decir qué significa hoy, aquí y ahora.
Leonardo Sciascia escribe una novela negra, con un detective que investiga un caso de un asesino en serie que está matando a altos cargos del sistema judicial de una sociedad seudoitaliana. Su detective es un intelectual, por añadidura. La sociedad seudoitaliana de la novela, su espacio y su tiempo, son una clamorosa -pero inargumentable- copia de la Italia de los años setenta. La complicidad debería significar que dos personas están de acuerdo en algo, y que por tanto, a la hora de referirse a ese algo pueden reconocer ambos que lo están haciendo, ya sea directamente o, más a menudo, bajo una clave. Pues eso es lo que sucede. A Leonardo Sciascia le basta saber que el lector de sus novelas es culto, que está al día en cuestiones filosóficas, artísticas, históricas y políticas. Leonardo sabe que yo lo sé, pero además sabe que yo sé que él lo sabe. El reflejo es como el de una cámara que filma a un televisor...
La complicidad de la novela de Sciascia sirve para que un humor irónico salga a flote en toda la novela. Así, Sciascia puede hacer una aguda y divertida crítica a toda la sociedad italiana, a los sistema de pensamiento vigentes en la Italia de los años setenta, a la Revolución, a la Contrarrevolución, a la novela negra, etc.
Igualmente roto-o-descosido (útiles) en una crítica literaria es la palabra "parodia". Veamos ahora qué significa en Sciascia... Sciascia homenajea la novela negra haciendo una divertida novela negra. Saca a la luz los entresijos de la novela negra (es un poco deconstructiva, a mi juicio) para que sus lectores leamos una novela negra a la vez que leemos el manual de instrucciones del género novela negra, todo en uno. Como me decían en clase: un aplauso y una caricatura a la vez. Los personajes tienen nombres muy débiles, y los conocemos casi únicamente por sus acciones, no por sus pensamientos, como pasaba en las novelas de Dashiell Hammett. Pero la desgracia es que sus acciones son tan erráticas y tan absurdas muchas de ellas que para poderles dar un sentido necesitamos crear un contexto.
Y he ahí el título de la novela.
Me ha gustado mucho, pero creo que sólo se puede disfrutar de verdad con unos mínimos conocimientos del pensamiento de los setenta.
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