A petición de mi amigo Pedro López (creeloquequieras.blogspot.com) subo un comentario escrito a tenor de unas palabras sobre las lecturas escolares. Prácticamente este mismo texto, acaso con alguna pequeña corrección, se puede encontrar como comentario a la entrada sobre Las Lágrimas de Shiva.
Cuando yo le comentaba que Las lágrimas de Shiva, lectura cuestionable, era nuestro libro escogido en el departamento como lectura obligatoria para la ESO, él se cuestionaba:
¿Hasta qué punto tiene un profesor margen de maniobra con las lecturas de sus alumnos?
En la EGB y el bachillerato leí mucha mierda juvenil que ya he olvidado, a excepción de las consagradas: Buscón, Lazarillo, las Leyendas, La Odisea y El Niño de la Bola de Pedro Antonio de Alarcón. Es todo cuanto se me viene a la cabeza.
El margen es el siguiente: el alumno/a, salvo gloriosas -que no deberían ser gloriosas- excepciones, es en franca mayoría analfabeto funcional (sabe descifrar los dibujitos y garabatos escritos como letras y sabe balbucearlas, pero ya está) y pasa amodorrado por el mundo sin tener lo que todos los niños deberían tener: imaginación.
Así, lo único que acepta son estos libritos identificativos en los que el protagonista es él -es decir, un jovencito adolescente de su edad- y habla como él y tiene que coger la mochila e irse al instituto como él. La mayoría de estos textos son una gran basura, están muy mal escritos, son cursis, imitan sin tino la jerga cambiante de la juventud...
Los profesores de lengua y literatura hacen lo que pueden, pero tener que enseñar el significado de tres palabras de cada frase se hace cuesta arriba, o es directamente inviable si, además, lo que se pretende es que el alumno adquiera el hábito lector. En una sociedad habituada a que el esfuerzo es un valor negativo, tener que coger el diccionario es una tortura, y echar tres páginas atras, un crimen insoportable. De ese modo, si quieres que tus alumnos amen la literatura tienes que tomar esa decisión: ¿literatura mala o ninguna literatura?
La mayoría de los profesores opta por la primera opción. La segunda opción es el resultado de luchar contra los molinos de viento. Yo he intentado algunas veces las lecturas adaptadas (versiones con una sintaxis y un vocabulario simplificados de los clásicos de las literaturas europeas) pero requieren un esfuerzo y una cantidad de sesiones abrumadoras para que los alumnos (algunos alumnos) aprendan y/o disfruten un poquito. Y el resto no puede esperar...
Antes había una asignatura de Literatura aparte, obligatoria en algunos cursos. Ahora la Literatura es una parte de la asignatura de Lengua, asignatura cuyos estipuladores ministeriales -por no enfrentarse con los grandes catedráticos universitarios de ninguna de las diferentes escuelas y ámbitos lingüísticos- han hipertrofiado salvajemente. Los contenidos son abrumadores, casi no queda tiempo para enseñar a un niño palabras nuevas, o cosas tan llanas como escribir en un folio liso o redactar bien. En esta coyuntura, ¡ponte a dedicarle horas y horas a enseñarle a los niños que los pronombres en Cervantes se pueden referir a un sustantivo de la oración anterior o a la anterior a la anterior!
(Por ejemplo, en primero de bachillerato, la asignatura tiene sólo tres horas a la semana. En ese tiempo deben aprender la sintaxis de la oración simple y de la compuesta, la morfología del castellano, su fonología, su pragmática, la lingüística textual al completo, la historia del castellano, las variantes dialectales del castellano y las lenguas de España, las variedades de América y la literatura española desde sus orígenes hasta el siglo XVIII.)
(Y que la amen, la Literatura.)
Pues en eso estamos; por eso los profesores ponen estas cosas como lectura obligatoria, y no a Verne o a Stevenson. O a Poe, o a Cortázar, o a Cervantes, o a Gianni Rodari.
1 comentario:
Una pena.
Soy de ciencias puras y siempre he pensado que la asignatura más importante de la EGB era la lengua.
Una desgracia, además, que esto vaya a peor...
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