Mamá, un bonito nombre para una novela. Incluso para regalársela a la propia madre. Pero, ¿qué esconde tras sus tapas, incluso si son tapas blandas de una edición barata con letra minúscula, como ha sido el caso?
(Imagen tomada de alfaguara.com)
Lo primero que esconde ese sucinto título es un argumento que no se podría prever. Ni siquiera leyendo la contraportada del libro. (Las contraportadas son como una droga de probadas consecuencias nefastas: sabes que es malo leerlas pero sigues haciéndolo.) Empecé a leer Mamá porque pensé que era un título que ahondaba y afinaba en las emociones de la relación maternofilial. Es más, que lo haría, como diría Petrarca, in vita e in morte. (Para quien no lo sepa, una parte de los poemas del Cancionero del poeta toscano del Renacimiento Francesco Petrarca -uno de los peces gordos, vaya- está escrita mientras la amada está viva y la otra después de su muerte; algo parecido sucede en la novela de Oates. Pero tranquilos por esta información, y que nadie afile sus cuchillos: ¡es la primera frase de la novela!)
Pues como veis, la novela trata sobre cómo Nicole Eaton, protagonista presente de la novela, ajusta y afina sus relaciones con todas las personas que tuvieron relación con su madre recién fallecida, Gwen Eaton anteriormente Gwen Kovach (preciso: me parece fuertemente machista que en los países anglosajones la mujer adquiera el apellido de su marido), que es la protagonista ausente. Con sus amigos y amigas, con sus familiares cercanos y lejanos, en las pequeñas cosas de su vida diaria, con sus relaciones sentimentales anteriores al matrimonio, con sus secretos, cómo fue de verdad la vida con su marido Jon Eaton... Son esos claroscuros, esa investigación edípica sobre las propias raíces, lo que centra el interés de la narradora, que es la propia Nicole Nikki Eaton.
El abismo que se abre ante los pies con la muerte del padre o madre es un tema literario que ya tiene bastantes antecedentes. De hecho, no es nada original, pero sí es muy sugerente. Cuando mueren los padres y de ellos apenas sí quedan unos pocos recuerdos, se alza ante el individuo la pregunta de siempre, la problemática: ¿quién soy yo? Y con ella también las demás: ¿de dónde vengo? ¿Adónde voy? Y adónde voy, además, solo. La soledad, la orfandad, el abandono, el silencio de Dios... Existencialismo puro: Heidegger, Camus, Sastre, (a veces) Beauvoir), etc. Una novela que si no habéis leído y queréis hacerlo, que además os recomiendo porque no sólo está muy bien escrita sino que además tiene una densidad de ideas apabullante es El extranjero, de Albert Camus. A mí Sartre, como creador de ficciones, me gusta menos.
La novela está dividida en cinco partes, creo recordar. Cada una de ellas está separada en capítulos no numerados pero sí titulados, que mantienen una cierta linealidad temporal. La fragmentación y los pequeños saltos temporales son frecuentes, incluso dentro de capítulos, y en ocasiones nos encontramos con fragmentos que se relacionan con otros casi únicamente por asociación de ideas. Casi se puede decir que es una novela detectivesca.
Los personajes están muy bella y morosamente dibujados: la narradora, una periodista, se toma mucho tiempo en darnos todos los detalles sobre ellos. Así, la descripción, que suele ser estática e inamovible, se convierte en algo temporal e incluso narrativo. Es una idea un poco compleja, a ver si me explico: en ocasiones los lectores, sobre todo los más impacientes, los que quieren consumirse sucesos, al toparse con algo que parece una descripción sin lugar a dudas saltan páginas por un motivo: piensan que se aburrirán. Una descripción es una foto, un momento parado en el tiempo, en el que el cambio, la alteración, el suceso, están descartados. Pero si a lo largo de un libro, como hace Joyce Carol Oates, la descripción queda abierta (por ejemplo, la descripción del padre de la protagonista y narradora, Jonathan Eaton), los sucesivos aspectos descritos y los sucesivos matices que se nos dan van trazando una relación entre sí y nos van dando una información no escrita que nosotros los lectores podemos interpretar y darle aún más sentido a la obra. Explico el ejemplo -aunque con algunos datos de la novela, quien quiera leerla sin ninguna intromisión, que se salte el resto de este párrafo-: en el caso de la descripción del padre, los primeros aspectos que se describen de él son su capacidad de trabajo y su integridad. Luego se habla de sus aficiones, entre ellas las lecturas históricas. Más tarde, de su prestigio dentro de la familia. A continuación, la protagonista le regala a su amante uno de los libros de historia del despacho de su padre, cuyas páginas ni siquiera estaban cortadas -seña inequívoca de que no se había leído- y poco después se nos relata que en los días en que hubo un simposio sobre historia americana en su ciudad (comento de memoria), el tal Jon Eaton adujo para no acudir que no tenía tiempo que perder allí. Por último, sabemos de él que desprecia a la familia de Gwen Kovach, su mujer, que considera a estos familiares como personas de baja condición social y que no le gusta que ellos vayan a casa, cortando así las relaciones con las raíces de ella. Además, sabemos que él sí pero ella no se casa totalmente enamorada, y que Gwen Kovach nunca tiró sus cartas de amor con su primer novio del que tuvo un aborto.
El estilo de Oates, incluso traducida, es bastante bello. Regresa con ella el placer por las frases sin verbo, contemplativas. Los adjetivos son de una rara adecuación, prácticamente en cada página. Y sobre todo, las palabras que me acuden a los dedos son "espontaneidad" y "frecura". Lo cual no quita que posiblemente esta novela tenga lecturas y relecturas -y escrituras y rescrituras- por parte de su escritora, pero lo que es el acabado da la impresión de una frescura espectacular. Es una novela que en su escritura no aburre al lector para nada, sino al contrario, que lo sorprende y sacude.
Qué decir... Me lo he pasado bastante bien leyéndola, la verdad. Me gusta encontrarme con libros así, sabiendo tan poco de ellos.
2 comentarios:
¡Qué buena pinta!. La buscaré.
Abrazos
Creo que no te va a decepcionar, Niña. O al menos espero que no lo haga.
Un saludo y gracias por comentar.
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