Segunda reseña que le hago a la francesa. Veamos qué hay por aquí...
Ante todo, voy a confesar que mi lectura de esta novela está terciada por el fastidio de no encontrarla en bolsillo. Bastantes de los que leemos solemos acudir a la biblioteca (algunos lo hacen a internet, pero de eso no hablo porque es ilegal, tanto como las personas en las fronteras pueden ser ilegales) o a otros medios para conseguir esos libros que, sin levantarte mucha expectación, tienes que leer o debes leer o por algún motivo sabes que van a desnudarse ante tu vista. Eso me sucedió con Estupor y temblores, pero no hubo modo, y menos en las fechas agitadas del final de curso, de modo que tuve que recurrir al último remedio: adquirir el libro original de ciento cincuenta páginas a tipo doce por quince euros. Una buena -como lo son todas- edición de Anagrama, lo cual no significa que dejase de ser cara, que también lo es.
Pues así fue que cogí el libro un poco receloso. Pero al empezar a leerlo me cambió el humor. Ante todo, debo decir que Estupor y temblores es un libro divertido. Más de sonrisa socarrona que de carcajada, pero divertido. ¿Qué hace reír en este libro? Bien, muchas cosas, entre ellas su argumento inverosímil, su laconismo, su ironía
Vale, pero, ¿de qué va? ¡Ansias! Bueno, hablando sobre libros hay que tener siempre un poco de cuidado. La letra escrita, pase lo que pase, nunca pierde su cierto carácter arcano, peligroso. La literatura es el arte de la palabra, y, con el tiempo, de la escritura. La escritura vence al tiempo. Y el tiempo es aquél que mata más que la bomba atómica. Así que, bien mirada, la escritura es algo que, aunque no se frecuente, se respeta. Y los que son capaces de jugar con la escritura son seres de otras galaxias. Digo todo esto porque siendo tan malos los estereotipos populares, los tópicos de la élite cultural no son menos nocivos. Y aquí llego al origen: uno de los primeros credos que se topa uno cuando empieza sus estudios literarios es el esnobismo de decir que los argumentos no importan. ¿Cómo que no importan? ¡Pues será a usted, señor pagado de si mismo a quien no importan, porque a mí sí! Así pues, al grano: ¿de qué va Estupor y temblores? De una escritora francesa que trabaja en una empresa nipona a la cual van degradando progresivamente sus cuatro jefes, cuatro personajes para echarles de comer -sobre todo al señor Omochi- aparte, hasta que acaba su año de contrato. Eso es, ni más ni menos.
Además se me ocurre otra idea, que igual servirá para ir desgranando esta novela de Estupor y temblores: ¿Amélie Nothomb es una escritora de método? Sólo he leído dos novelas suyas -Ácido sulfúrico está reseñada también en este blog-, pero los parecidos entre ambas son tan grandes que no termino de atreverme a usar la palabra "estilo". (Otro día hablaremos del estilo, de las idiosincrasias y de Platón, vaya mamarrachada eso del estilo...). Veamos:
Ambas novelas son cortas.
Ambas novelas hacen poco hincapié en lo descriptivo -un poco más Estupor y temblores.
Ambas novelas aborrecen la digresión.
Ambas novelas concentran la acción en muy pocos personajes. Estos están definidos por muy pocos trazos que se hacen recurrentes
Ambas novelas tienen un elevado sentido de la moral -aunque el humor de Estupor y temblores rebaje este sentido trágico de la existencia.
Ambas novelas parece que exponen sin tapujos la personalidad de su escritora, disipando un poco la categoría ficticia del narrador -si bien en Ácido sulfúrico, una distopía, esto es menos patente que en Estupor y temblores, una pseudobiografía.
Amélie Nothomb arrasa con la idea del honor, lleva al absurdo la idea de la existencia contemporánea japonesa (vivir para trabajar en la empresa, no trabajar en la empresa para vivir), se mofa del revisionismo histórico y del racismo-chauvinismo japonés con buenas dosis de cinismo. Se ríe de ella misma como personaje de auto-ficción (en el tramo final del libro coge mucha fuerza este motivo). E incluso se postula, de nuevo a sí misma -sí, es muy egocéntrica, está claro- como cordero masoquista que sacrificar a la belleza de su compañera-jefa Fubuki Mori.
(Muy divertido el capítulo del cuarto de baño masculino.)
Es una novela bastante interesante. Me gustó algo más Ácido sulfúrico por mis gustos personales -prefiero lo trágico a lo cómico-, pero pienso que esta novela es más interesante desde un punto de vista general. Se la recomendaría a cualquiera que la encontrara en una biblioteca (la señora Nothomb publica a ritmo de libro por año: si no encuentra una, encontrará otra) pública. Por quince euros...
1 comentario:
La leí hace mucho tiempo y me encantó. Nothomb, como todo autor prolífico, no acierta en todas sus novelas, pero esta es realmente buena. Si quieres seguir leyéndola este verano, yo tengo seis o siete novelas suyas.
P.D. La edición de bolsillo de Quinteto está descatalogada, porque la editorial desapareció. Solo si alguna librería la tiene en su fondo podrás hacerte con ella. Un abrazo.
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