Acabo de terminar esta novela de Juan Marsé. Mis amigos y yo hemos hablado en numerosas ocasiones de las deudas literarias. "Qué vergüenza me da no haber leído a...", "Es un fallo no haber cogido aún un libro de...". Donde, en dichos huecos, cada uno puede y debe anotar sus carencias, su "siempre he querido pero nunca he movido un dedo para". A todos nos encantaría haber leído La muerte de Virgilio de H. Broch y el Simplicissimus de Grimelhausen, pero la verdad es que no lo hemos hecho. Confieso no haber leído nada de Marsé ni de Martín Santos, y confieso también que la realidad haber cacareado sus nombres muchas veces examinándome de ellos y examinando a otros de ellos. Y de ello, de la verdad y de la realidad, trata esta magnífica novela.
Los hay que piensan que una cosa es la realidad y otra la verdad, y tú eres uno de ellos. Eres un peligro, hijo mío...
Esa oración es la condensación de una ética invencible. Es una maravilla que vale por toda una novela de extraño ritmo, tan libre como difícil de leer. El protagonista de esta novela es lo inverosímil. El narrador de la novela es un feto que aún no ha nacido que puede hablar con su madre y con su hermano, ambos supervivientes de la guerra civil española en los años 40 y 50. Hay numerosos personajes que sólo tienen una existencia imaginada, como el aviador O´Flynn, Víctor Bartra, el perro Chispa y otros de los que se nos proporciona una rica y variada caracterización pero de los que sólo de segundas conocemos el nombre (la pelirroja, el guripa Galván). El narrador se permite numerosos comentarios y una participación activa en el relato. Por cierto, la pelirroja es como para enamorarse de ella.
(Tomo la imagen de la galería pública de Flickr de Rodolfoto, donde podéis encontrar otros divertidos fotomontajes en la serie "Libros bestiales"; para ello, pinchad el enlace)
La novela es crítica con el régimen franquista (que fue una dictadura, y como todas las dictaduras, de derechas e izquierdas, una bazofia), pero más que tener compromiso con el antifranquismo, quiere tener compromiso con la realidad, por lo cual todos los personajes reciben una revisión crítica, una fuerte y no siempre irónica crítica. Y sus acciones igual. O´Flynn es una patraña, Bartra otra, la pelirroja otra, David y Paulino otra...
En Rabos de lagartija encontramos algunos símbolos muy fuertes: el barranco seco, la oreja del despacho del otorrino en la pared, los cigarrillos y el café, la Penélope que espera a su Ulises ridículo, etc.
La recreación de la época me parece muy buena. Algunos nombres de marcas y de objetos se me han escapado. La memoria y la imaginación de Marsé son poderosas.
Debo decir que me ha dejado un sabor de boca muy bueno. Ahora a por las demás. Coño, ¡qué bueno es esto de leer clásicos y entender por qué se han hecho clásicos! Si siempre sucediera así...