Blog literario idiota de Andrés Nortes Martínez-Artero. Literatura y rock en vena. Y alguna cosa más

lunes, 21 de diciembre de 2009

Un poco de literatura francesa de los últimos años. Viernes o los limbos del Pacífico, de Michel Tournier



Imagen tomada del blog Into the Wild Union de Rafael Narbona


Aprovechando estudios voluntarios, he podido leer algunos títulos que con seguridad habría tardado bastante -o demasiado- en encontrar, como La modificación, de la que dije dos tonterías aquí, o Viernes o los limbos del Pacífico. También he podido leer las Memorias de Adriano, aunque siempre la tuve en el punto de mira desde que supe que Cortázar la había pretendido y había tenido un idilio de mucha traducción y poca traición con ella. Pero pocas razones me habrían llevado a leer a Michel Tournier.

¿Quién es Tournier? Bueno, unas referencias generales se pueden encontrar en http://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Tournier. Aunque tampoco la wikipedia nos ofrezca una información de mucho peso, algo de lo que allí está escrito sí es cierto y también, además de serlo, resulta esclarecedor. En este blog nunca he querido mostrar la luz a nadie, y ahora no va a empezar, pero voy a hacer un pequeño apunte. Leí Viernes o los limbos del Pacífico, que es una novela que retoma el mito de Robinson, mito de la modernidad y el progreso vs la naturaleza por conquistar. Hoy en día, salvo a los palurdos de los constructores del Levante español (y supongo que a otros de ese pelaje), y después del horroroso fracaso de la cumbre de Copenhague, a ningún intelectual que se precie se le pasará por la cabeza que tratar de subyugar a la naturaleza como un esclavo es algo positivo en ningún sentido. Tournier subvierte ese mito, y hace que Viernes no aprenda de Robinson, sino al revés. Ya es simbólico que la novela no se llame Robinson sino Viernes, estando protagonizada por aquél y no por éste.

El diálogo ideológico en Viernes... es muy interesante, de eso no cabe duda, pero la ficción está absolutamente resentida de ello. En primer lugar, porque poco hay que contar que transcurra fuera de la cabeza de Robinson, ya sea narrado por el narrador omnisciente o por el mismo Robinson en primera persona. Esto no es que sea necesariamente malo. Crimen y castigo, de Fiodr Dostoievski, es así, en general. Todo transcurre en la mente de Raskolnikov. Pero hoy en día, tal vez, una novela sin anécdota y sin sucesos que retoma los artificios narrativos del siglo XIX, resulta un poco incoherente en la elección de su arquitectura. ¿Posmodernismo? Quizá.

La segunda razón por la que no me envolvió Tournier en el mundo paradisíaco de Speranza (el nombre de la isla tropical) fue que, hablando en plata, se le veía el plumero. La ficción era un mero apoyo de la intención didáctico-filosófica del autor. Lo que quería Tournier era hablar de filosofía. Él tiene una fuerte formación filosófica, y eso se nota. Pero, sinceramente, ver a un burgués de principios del XIX alcanzando solo las mismas conclusiones que un filósofo con formación, dominando una terminología que se rebaja sólo de manera artificial, perifrástica, pues la verdad es que es algo que no me convenció.

La traducción de la novela, de Lourdes Ortiz, es ambivalente. El nivel sociolingüístico del texto es muy variable. En ocasiones el léxico es reservado, muy literario. En otras no tanto. Tiene problemas de leísmo y laísmo, lo cual es bastante feo. Sin embargo, ha conseguido dar al texto una buena musicalidad.

Como epílogo a esta reseñita, diré que mi compañera y amiga I..., a quien tengo en alta consideración intelectual, se negó en redondo a discutir sobre el valor de este autor, laico santo venerado entre los suyos, lo cual me dio qué pensar y me sirvió para no ser tajante en esta crítica, y también para animarme a probarlo de nuevo en alguna otra novela. Ya le pediré que me diga títulos.





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