Blog literario idiota de Andrés Nortes Martínez-Artero. Literatura y rock en vena. Y alguna cosa más

jueves, 31 de diciembre de 2009

Final de año

Pues como cada giro terrestre, hemos llegado a un convencional punto de partida. Cuál es el inicio y cuál el final de cada año no parece, a simple vista, más que una arbitrariedad. Seguramente hay algún sesudo estudio antropológico que nos pueda decir por qué el primer día del año es éste y no otro. Sería curioso, e interesante incluso, saberlo.

En realidad, el tiempo común es bastante gratuito. Además de para los certificados y para no quedar mal en las citas, no sirve prácticamente de nada. En la memoria el tiempo es muy egoísta, y nosotros, los seres humanos, en realidad medimos nuestro tiempo individualmente. El cumpleaños sí puede ser un punto de partida. El curso escolar sí es una buena medida del tiempo, no distinta al año de los agricultores primitivos.

Pues eso. Una excusa, en realidad, para felicitaros las vacaciones y desearos una buena e injustificada fiesta. Aunque la fiesta siempre está justificada.




domingo, 27 de diciembre de 2009

Blog cojonudo, amigo extraordinario

Un hermoso cuento que mi amigo Piotr ha publicado en su blog. Piotr y yo nos conocemos desde hace unos cuantos años, y empezamos a redactar cuentos prácticamente a la misma edad. Cada cuento, poema, ensayo, cada texto en general que hemos compuesto nos lo hemos pasado para corregir los pequeños fallos que pudiera haber (los grandes también).

Así es que presento este cuento suyo, que ya leí hace unos años, para que lo leáis.


También podéis seguir su blog, en general, donde encontraréis cosas muy hermosas (vídeos de creación propia, etc.)






viernes, 25 de diciembre de 2009

Sobre Sissilye

Es un cuento que escribí hace ya muchos años, acabando la carrera. Me sirvió para aprender, de una vez por todas, que original no es sinónimo de bueno.

Ahora repetid conmigo... ¡Viva Blade Runner! ¡Viva!¡Viva La isla a mediodía! ¡Viva!

La verdad es que es uno de los pocos textos con los que me siento contento con su resultado. Que os guste.



Sissilye

Sissilye



Desgraciadamente, descubrirás la verdad demasiado tarde. Es extraño que no sospechases nada antes, cuando todo aparecía ante ti de otra manera bien diferente. La lluvia seguirá cayendo toda la noche, racheada caprichosamente por ese viento que ha estado agitando nuestra torre sin cesar. Nosotros no estaremos aquí para cuando la mañana despierte un nuevo día, diferente tal vez, igual con toda seguridad. La lluvia, la mañana, el viento, la noche, nos trascenderán, sin lugar a dudas. Pero ante todo, por favor, pon un poco de luz sobre nosotros, y no sólo metafóricamente: acércate al interruptor manual y acciónalo, recuerda que aún tienes dedos, manos, brazos. Si toda la torre se nos debe caer encima mejor será que podamos ver la cara a nuestra misma muerte: la lucidez y la verdad existen, de verdad. Es sólo que suelen estar en departamentos de cuya existencia nos declaramos ignorantes.

La verdad existe, tú la has visto. Ahora no quieras volverte atrás. No seas cobarde, no seas el cobarde que fuiste siempre. Con esos padres... ¡Deberías haber aprendido! Cuanto más cálido es el refugio, mayor es el dragón que habita en él. Afróntalo. ¡Afróntate!

Pero para eso deberás recordar. Las drogas y el dolor y la añoranza te aprietan, pero aun así,



si no haces memoria, no hay ningún problema: aquí estoy yo para recordarte cuanto olvidaras. No puedes haber pasado por alto que no eres sólo pensamiento, que tu alma reside en un envoltorio físico. No: eso, aunque lo desees, no lo olvidarás. Antes de haber llegado a tu estado actual incluso hablabas. ¿Recuerdas el sonido de las palabras resonando perfectas como ideales por dentro de los huesos de tu cabeza? Sí, sí que lo recuerdas. Lo añoras, más bien.

Yo recuerdo toda la conversación. Es ésta:

-... pero, ¿entonces, Zab?
-Entonces, eso, te lo pido como amigo. Sólo confío en ti: yo no tengo familia.

Él te miró en silencio; tú no supiste interpretarlo.

-¿Lo has pensado bien? ¿Estas seguro? Tal vez te puedan recomponer, si no ahora más adelante...
-... como a un puzzle al que le falten fichas, no me jodas. Hazlo, ¿eh? Hazlo. Lo tienes que hacer por mí. ¡Júramelo!
-Bueno, bueno…
-Los otros dieciocho fondos de crédito para ti, quédatelos. Yo ni los quiero ni, supon¬go, los necesitaré.
Se iba, lo oíste cerrar la puerta. Le gritaste “¡Espera, una cosa más!”, y sus pasos se detuvieron. La puerta se abrió.
-Una cosa más. Lo olvidaba.
-¿Qué quieres?
-No quiero volver, ni que desde fuera se me pueda traer de vuelta. Nunca más.


Esas fueron casi tus últimas palabras. En realidad, las últimas que te oyeran los demás. Lo siguiente fueron sólo susurros, sin mucha más importancia. Desde que entraste al Hospital dejaste de ser tan comunicativo. Tal vez será que el servicio no era muy bueno... De acuerdo, no volveré al humor; nunca te ha gustado y ahora entre sábanas blancas y blancas paredes no será diferente. A no ser que perdieses la cabeza no lo entendería. No aquí, no ahora.

No hablas, casi o nada. Y sin embargo las palabras resuenan en tu cabeza. Las tuyas, tus palabras, las de Sissilye, las del Cirujano, las palabras de antes o de después... Antes y después son un interruptor entre lo que no fue y lo que no será. ¿Cuál será cuál? Sonríes... Te hago reír... ¡Creí que jamás lo lograría!

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-¿Eres creador?
-Soy creador, pero a ti no te he creado.
-Entonces a lo mejor Pigmalión soy yo. El sujeto y el objeto, Dios y el hombre... ¿Crees en Dios?
-No, no creía... Pero si puedo oírte preguntándomelo tal vez pueda empezar a...
-Estoy hablando en serio.
-No, no creo.

-¿Entonces por qué te comportas como él?
-Es mi trabajo. Diseño inteligencias, integro y recombino recuerdos, voluntades... Nos apoyamos en antiquísimos modelos psicológicos y genéticos y al final, lo más difícil, programamos el azar, la libertad

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¿Cuándo fue? Cuándo te preguntó por Pigmalión? No, eso fue después: tú no conocías a ese tipo. Te extrañaste cuando te lo preguntó, ¿de dónde se lo sacaría? Sonríes pensando que a veces se introducen -por error o como firma del autor- módulos de memoria poco convencionales. Pigmalión fue antes...

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-¿Conociste a Pigmalión? -te pregunta.
-No, creo que no.
-Fue Dios y fue el hombre. Ha sido el lugar donde ambos estuvieron más cercanos. Un dios autosuficiente y necesitado, trágicamente contradictorio.
-No te entiendo.
-Alguien que creó a alguien de quien sufría estar enamorado. A mí me crearon.
-A mi me educaron. Antes fui programador.
-Creador.
Tú callaste, sin saber cómo continuar.



Sissilye... Sissilye no era una criatura real. Igualmente podía haber sido un dragón, un círculo con un logo, símbolo de una empresa. Sissiliye no nació de padre y madre, susceptible al azar de la genética, de las enfermedades y del dolor, por lo que estaba mermada en una gran parte de su humanidad. Sissiliye no era, entonces, humana: era sólo un cúmulo de estudiadas rutinas, una compleja entreveración de ecuaciones. Logarítmica sin sentimientos.

Sissilye fue diseñada; dibujada, creada, ideada. Programada. Pero las infinitas rutinas que sólo podrían hacer una triste marioneta de ser humano sin alma habían sido acabadas siempre redondeando la precisión sin error de la lógica, introduciendo los recuerdos, el aprendizaje, la memoria, el olvido, la conciencia, el pensamiento en palabras, el psicosomatismo, el sexo, la ignorancia, los sentimientos, pasiones, emociones, el error, la variabilidad, la posibilidad, el azar. Y Sissilye se fue volviendo humana... tanto como ella deseó. Tú lo comprendes, pero no lo puedes entender realmente, lo sabes pero es algo en lo que no crees. Por ella, por eso, empezaste a desentenderte de tu mundo, a ser feliz. ¿No era lo que habías andado buscando siempre? ¿No? Sí: comprendiste que en otros mundos y con otros seres sí podía ser posible. Te fuiste dando cuenta de que era todo cuanto querías: unas migajas de la plenitud.




¿Has seguido oyendo al Cirujano? Te lo dije, necesitas tu cuerpo. Necesitamos cuerpo aunque sea para olvidarlo. Todos lo necesitamos. Sissilye también... Piensa en su cuerpo como en los sistemas de almacenamiento de información. Piensa en ello sólo un instante. Luego, olvídalo. Piensa en tu cuerpo sólo un instante, y luego olvídalo.

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-Sé que es irrevocable, doctor, pero, al margen de eso, ¿es absolutamente imprescindible? ¿No hay ninguna otra posible solución, algo que hayamos podido pasar por alto?
-No, no lo hay. Únicamente la amputación.

No te viniste abajo, ni lloraste acaso. En su lugar racionalizaste.

-Bien, ¿y si yo no diera el consentimiento a la operación?
-Moriría. En tres o cuatro semanas a más tardar. Pero eso no ocurrirá porque antes yo cursaré un expediente de carencia mental y usted se verá igualmente sometido a la operación que, le recuerdo, es por su bien.
-Bueno, y si no tengo elección, ¿para qué ofrecer nada?
-Siempre es mejor una paciente sin correas.
-Está bien. No rellene ningún formulario. Vendré por mi propio pie, aunque sea ya por última vez.

Y te marchaste. Los tres días siguientes te sumiste en un caos de alucinógenos, alcohol y ansiolíticos. Cuando despertaste ya eras un inválido. Te habían detenido para siempre.

-Zab saliz, por fin ha despertado. Sus constantes han sido estables toda la noche. La operación fue todo un éxito.

Era el médico. Quisiste balbucear. No lo lograste.

-No, olvidemos aquello. Muchos intentan engañarnos, a los médicos, sin éxito, claro. El problema es que desconocemos a familiares y amigos, que no pueden venir a visitarle por culpa de su comportamiento irresponsable.
-Da igual. No llame a nadie. No quiero que llame a nadie.
-¿Está seguro?
-Sí. No quiero ninguna visita.
-Con su padre sí podemos contactar. Aguarda en la sala de visitantes.
-No quiero verle.
-Bien, pero la ley lo ampara a él.

Tomaste aire para relajarte.

-Doctor... Basta ya de interrogaciones retóricas. No me pregunte lo que ya está respondido.
-No le pregunté; sólo le informé -contestó según se marchaba-. ¿Señor saliz? -preguntó a su comunicador, sin mirarte, en voz baja. Venía tu padre.

Los recuerdos se te agolpan. Olvídalos. Olvida quien fuiste, pues deseas cambiar. Muda tu piel, como los lagartos y serpientes; muda tu misma esencia, como las mariposas de los zoológicos. Cambia, si lo deseas. Arranca algo de ti y déjalo atrás. Al principio te sentirás mutilado, pero será sólo unos días. Piensa que sólo así lo lograrás...

Tu amigo se va de allí, pensativo. Sabes que ha sido fiel contigo, te ha entretenido, te ha dado amor fraterno, ha sido tu confidente y tu crítica justa: ha sido bueno, si bueno o malo son palabras que se puedan seguir entendiendo, como antes y después, palabras que ya no caben en el mundo porque sólo son referencias vacías, como el hueco de un buzón sin cartas, con un letrero encima que recuerda “cartas”, pero nadie se acuerda de qué son, porque el hombre vive solo y olvida todo lo que no es él. Y a veces el olvido lo alcanza y se ceba en él, como una jauría de perros hambrientos.


Ellos estaban ahí fuera. Los viste cuando él dejó abierta la puerta al irse: viste un joven de quince años aproximadamente y tres mujeres, además de dos tipos vestidos con trajes baratos y poco pelo en la cabeza, abogados tal vez, pensaste. Las mujeres estaban en dos grupos: la madre del niño que podría ser tu hijo -aunque no lo habías visto al menos desde hacía diez años-, que era alta y atlética, fea a pesar de todo el gasto en cirugía, y las otras dos, que luego supiste que se aliaban para ganar todo lo que pudieran al grupo materno-filial, concretamente una pelirroja alta, vulgar, físicamente atractiva y una rubia con muslos anchos groseramente maquillada, embutida en un mono ceñido que te pareció de mal gusto, como las arcadas de un lejano reflujo. Tus herederos. Te indignaste, en silencio, repugnado. Fijaste la mirada al sensor de la puerta, que te obedeció deslizándose, alejándote así de aquel festín de buitres. “La carroña es la carne muerta”, pensaste. “Sissilye...”

Carne de tu carne y sangre de tu sangre dicen los viejos libros. Tu carne está corrupta y tu sangre es escasa... Deseaste que al fin cumpliera, que te acoplara un modulo de mantenimiento con acceso ininterrumpido a Sissilye. Tu carne está corrupta y tu sangre es escasa... “Sissilye...”

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-Sissilye, ¿tú duermes?
-Sí.
-Yo te habría programado sin necesidades fisiológicas..., si te hubiera programado.
-No tengo necesidades fisiológicas. No tengo cuerpo.
-Sí lo tienes.
-Allí.
-¿Cómo lo sabes, si no has estado?
-Me programaron.
-Puede ser mentira.
-Nunca lo sabré.
-¿Por qué dormir?
-Los programadores introducís la cordura y la locura en nuestras programaciones como válvula de seguridad. No necesito dormir físicamente, pero sí reposar mis conocimientos, sopesar, olvidar, soñar...

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-Pero Zab, escúchame, te lo ruego.

Miraste. Unas enormes bolsas negras pendían de tus globos hinchados, heridos, de mi¬rada ebria. No pesabas treinta kilos.

-Ya... no... me apetece hablar. Hazlo... por favor...

Y la siguiente vez que viste el abrigo negro de altas solapas ya estabas más allá del mundo de herederos, de hospitales, de cuartos blancos e interruptores. Ya te habías escapado de todos ellos, ya no respondías a nada, a ningún estímulo. Tus labios dejaban escapar una línea de saliva y tus ojos no respondían a la luz ni a la oscuridad, aunque en verdad nunca antes lo hubieran hecho. Tu piel era la coraza del rinoceronte, y nada podía atravesarla, y tus sentidos ya no se interesaban en nosotros. Sin embargo, algunos creímos ver el último atisbo de tu sonrisa cuando él cumplió -contra todo- con su palabra.

Sí; definitivamente lo necesitas. ¿Aguantarás así? ¿Tienes fe?

Sissilye no te abandonó. Tal vez os perdisteis. Los finales y los principios, epílogos y prólogos, antes y después, los interruptores... ¿Estás cansado? ¿Te estoy molestando? La cabeza te estalla, desearías descansar. Ha sido duro... Yo debería dejarte descansar, pero si yo no te hablo, ¿quién lo hará? Enciende la luz: sin mi voz, las otras tomarán el mando, te harán enloquecer. Relájate y escúchame: volvamos al principio: Sissilye no te abandonó... No, no me hagas callar; en lugar de eso, hablemos del inicio. Negociemos las memorias...




Dices que no recuerdas cuándo te encontraste con ella, que existís unidos por un extraño lazo metafísico, que vosotros lo habéis sido todo, que antes y después son meras palabras que no sirven para vosotros, que acaso ni las habéis podido comprender.

En esta piel, o en esta “encarnación”, digamos entonces, la viste por vez primera en el interior de un gigantesco domo deportivo, cubierto, aún sin estrenar, impoluto y sin una sola persona dentro. Entraste corriendo sin saber por qué, huyendo de algo que te persiguiese. Allá dentro todo era metal y plástico, estaba listo para su inauguración. La impresión era la de una profilaxis negra, sintética, de pesadilla. Ella estaba sentada en la plataforma de saque, flotando a más de quince metros del suelo, aproximadamente a la mitad de la altura del pabellón. Las piernas le colgaban desde el borde. No te llamó, pero tú supiste que estaba ahí.

Corriste a los ascensores y pulsaste sus controles, pese a saber que un índice de masa estática ya habría registrado tanto la espera como la llamada. Pero es que tenías prisa, no veías el momento de subir allá. Por eso te abalanzaste adentro, no por tus perseguidores, que ya habían penetrado en el recinto y cuya sola presencia era intuida como algo ignominioso, ofensivo. Se¬guramente estaban armados, eso lo conjeturabas también. ¿Quiénes eran? ¿Eran seres reales, como tú, o virtua¬les, como Sissilye? ¿Es un ser real virtual en programación? ¿Y uno virtual empíricamente? Sí, ya vamos encontrando las respuestas: tú eres el primero en abominar esos términos. Vosotros, los fabricantes de maravillas sois quienes principalmente acaban cayendo en su encanto, vosotros los que no podéis soportar la comparación entre un programa de contabilidad y uno de psique humana, aunque los biólogos apoyen la comparación entre el hombre y el protozoo...

Nunca has sabido quiénes eran o por qué corrían tras de ti. Con sus avíos de muerte, ya con seguridad. Tal vez los imaginaste, perros de presa, espantosos, soldados imparables sin piedad. Tal vez el programador seguía dejando su huella en el mundo incluso cuando era presa de él.

Ella no estaba en la pista. La encontraste fuera, en un pasillo, totalmente desnuda, ca¬minando distraídamente. Pensaste en llamarla y ella se volvió a ti como si ya lo hubieras hecho. La miraste: dijiste para ti que su cuerpo era fuerte pero hermoso, y sus rasgos eran fuertes pero hermosos. En lo más profundo de ti, tan lejano e inconcreto como para que ninguno de los dos lo percibiese, intuiste su nombre auténtico, su ser. Y supiste, ya desde entonces, que no debías buscar ternura, que no debías buscar nada, que estaba todo ahí. Buscar no: ¿para qué? Tú habías sido encontrado.


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Te duelen las piernas. Te causan un dolor más allá de toda comprensión. Aguanta un poco. El dolor se irá, te lo juro. Al final se comprende siempre todo.


No hay ya nadie. La vigilancia es automática. No miras: no lo necesitas. ¿Tú también programaste las casas inteligentes? Es gracioso, oír hablar de “casas inteligentes”. ¿Es algo inteligente por cumplir con una orden? Más bien se es inteligente cuando se puede desobedecer una orden, aunque no se haga, al fin.

Aquella vez no lo hiciste. Algunos dirían que no fue inteligente. Otros que sí.

En este silencio y con esta paz lo recuerdas bien, cómo cerca de tu casa comenzaron una repentina microexcavación. Los desinformadores lo advertían, pero los medios oficiales los desprestigiaban y silenciaban sistemática y rigurosamente. Comenzaron una noche, al alba.

-¿Qué están haciendo?

Un tipo anónimo, con una mandíbula anónima y unos acuosos ojos anónimos te expulsó de la calle. “Vuelva a casa”, “No, amigo, esto no es para usted”, “Órdenes del Estado”, “Váyase al domicilio de algún familiar”, “Sí que tiene: su padre, me dice mi terminal”, “La energía le será cortada y el suministro de agua y alimento también”, “No persista en su actitud, es por su bien, todos sus vecinos se han marchado ya” fueron algunas de las frases pétreas de su monólogo en el que jamás cupiste. Con ellas el funcionario te aprisionó en tu orgullo. Por eso decidiste quedarte. El funcionario apeló al grado de Secreto Estatal: emplazó a un equipo de tiradores en tus vías de acceso (puertas y ventanas) después de sellarlas por fuera con una película negra registradora del tacto por control remoto: si se produjera significaría intento de intrusión en Secreto Estatal y podrían dispararte. Ante ello, imprisionado, te tumbaste y rezaste la orden mental para marcharte allá.

(Volviste seis días después, enfangado sobre tus excrecencias, famélico y con un alto grado de deshidratación.)

Radiaciones fuera de lo tolerable por el cuerpo humano, por el maldito cuerpo humano, aleación alienígena, isótopos de alto secreto militar o simplemente un pésimo planteamiento sobre los protocolos de seguridad sobre metales muy pesados fueron las distintas excusas que medios de comunicación más o menos oficiales (o no oficiales en absoluto) lanzaron como explicación inviable. Cancelaste tus cuentas legales de acceso para no oírlos más. Qué más daba ya, si la enfermedad había estallado en tu cuerpo.

Enfermaste, tus piernas degeneraron, tus brazos también, aunque éstos los pudiste salvar. Llevó tan poco... Siempre has odiado tu cuerpo por lastrarte, por arrastrarte al fondo del mar, cuando tú querías volar hacia el cielo oscuro.


Aún andas (oh, perdóname) perdido. Ahora sólo tienes que cerrar los ojos para estar allí. Ni siquiera reproducir la orden: no hay interruptores, sólo tú, allí, lejos, sonriente. Sissilye te espera al volver una esquina. Te saluda, te besa y te abraza; sonríe, algo alocada. Sentía impaciencia por volver a verte. Pero ella no suele ser así, sino más fría, más autosuficiente. “¿Qué te pasa?”, le preguntas. “Tenía muchas ganas de verte, de estar contigo”, te contesta. “Sí, pero...”, vuelves a empezar. “Cállate. Bésame”.

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“No vale, no abras los ojos”, te regaña. Tú no pudiste hacer otra cosa, entre sus brazos que te estrechaban y acariciaban, entre sus piernas que se enredaban entre las tuyas, que trepaban por las tuyas, dispuestos a no dejar un sólo margen de piel sin entibiar. No pudiste cuando de su lengua bajaron arroyos de miel y colaron suave, bella, inarrestablemente por tu garganta, haciéndote suyo por dentro y por fuera.

“Miel...”, susurraste, aún aturdido.

“Vamos”, te dijo ella, y tomándote de la mano te arrastra hacia el bosque. Te llaman, te tocan el brazo como hace un rato han hecho y cada vez que alguien entra en el cuarto lo vuelven a hacer. Hablan entre ellos, el médico se acerca a tu cara, palmea groseramente. ¡No les hagas caso! No merecen que se lo hagas. De todas maneras son ellos los que no pueden salir del silencio...

Si lo quieres saber, yo te contaré lo que dicen: no recuerdas su cara muy bien, pero el que habla con el médico es tu padre.

Yo te contaré: es tu padre quien habla. Argumenta, razona, trata de convencer más que de persuadir. Pide tu eutanasia. Dice que ya no estás vivo ni de cuerpo ni de cerebro: descubrir las ondas ji en todos los vertebrados sólo ha servido para desconocer aún más al hombre, para alejar una supuesta definición del ser humano... Dado que todo vertebrado emite estas ondas por su electroquímica sináptica, ya tus pensamientos no valen más que los del sistema simpático de un perro. Para ellos tu mudanza al mundo programado no es nada, y tu relación imposible con Sissilye no pesa más que el control inconsciente de temperaturas del cerebelo de un chucho callejero. No te llaman autista, eres sólo carne que respira asistidamente. Y por eso tu padre reclama al Estado tu orgullo, pero su voz no es la de exigir dignidad en la vida y en la muerte; su voz es gélida, deshumanizada. Tu padre quiere heredarte. Nunca fuisteis nada el uno para el otro. A veces dice “Mi hijo merece morir como un hombre”, “Mi hijo no será una marioneta para los científicos”, “Yo le daré a mi hijo la muerte que se merece!, ...

¡Que no te llame hijo!, piensas. “¡Cállate!”, gritas, pero tus labios no te obedecen. “El padre no mata al hijo. El padre... no... mata al hijo.”

Esto fue hace unas horas. O será dentro de unas horas, aún no lo sé. ¿Por qué no me lo dices tú? Yo no puedo saberlo. ¿Por qué no? Bueno, todos tenemos nuestras limitaciones...

La llamas otra vez, pero Sissilye ya no sigue en el complejo, lo intuyes. ¿La habrán matado aquellos que te seguían? ¿Eran programadores, de otra compañía rival? ¿Eran progra¬mas? ¿Por qué la asesinaron? Sissilye debe haber caído en un sueño de muerte porque ya no responde como entonces.

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-Zab, ¿cuál es el sentido de la vida?
-Tu vida y la mía no sé si tienen sentido. Hay gente que se dedica a algo con todo su empeño y hace que su vida tenga un sentido, aunque a los demás les pueda parecer inútil. Creo que cada uno se lo da, pero no lo sé.
-Entonces, ¿a tus programas les has dado algún sentido?
-A los que estaban vivos no.
-¿Yo estoy viva o soy un programa?
-Estás viva pero eres un programa.
-No me has respondido. ¿Para qué me crearon? ¿Para demostrarse lo buenos programadores que eran?
-No... lo sé. No te puedo responder. ¿Qué más da? Yo nací porque el anticonceptivo de mi madre falló. Por ninguna otra razón. Yo le intento dar finalidad a mi vida.
-¿Y cuál es?
-Tú.

Sissilye tardó en responder.

-Entonces, ¿me estás usando?
-Mi vida es vivir todo el tiempo que pueda contigo. Si lo consigo, habrá tenido sentido. Si piensas lo mismo no te estoy usando. Si no, supongo que sí. Eso se llama amor.
-¿Amar es eso?
-Sí.

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Sissilye te amaba: te haría reír hasta qué punto.


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Los perseguidores os buscaron, ellos os escucharon cada vez que hablasteis, os espiaron cada vez que os fundisteis en un solo ser. Ellos estuvieron siempre ahí. Sissilye desapareció como vino un día: sin razón alguna, y no volviste a saber más de ella, y los días (¿o los meses, o los años?) pasaron porque tu cuerpo estaba mantenido por la gestión de tu amigo fiel, y tú la buscaste y no la hallaste. Y ahora te preguntas si a ella misma la trajeron los perseguidores para atormentarte. De cualquier modo: si fuiste encontrado, ¿por qué no podías igualmente ser abandonado, o simplemente perdido?

Y tú no volviste a hablar. Jamás. Y tus ojos se volvieron ciegos a la luz y a las personas, porque te habías marchado allá irremisiblemente. Y sólo una última vez más ibas a regresar.



Sissilye te vio bajo unos árboles de colores imposibles. Comía frutos jugosos que le hacían caer un zumo rojizo por las comisuras de los labios. Te esperaba. Volvía a estar desnuda. El tiempo era muy agradable: una perfecta primavera. Te desnudaste tú también; ella no te sonrió, ni te hizo ningún caso. Tú detuviste tu ímpetu: estabas excitado pero algo no encajaba. ¿Por qué ella no..., cuando normalmente sí...?

-¿Sissilye? -preguntas mientras retomas tus ropas del suelo.
-Te gustaría.
-Siempre me gusta tu cuerpo, y te agradezco tanto que no lo cambies cada día... Me volvería loco. ¿Tú no te preguntas como será mi cuerpo allá, si me lo cambio para gustarte?
-Ese mundo no es mi mundo.
-¿No te preocupa lo que sea real y lo que no?

Te miró directamente, casi te sentiste embarazado. -Yo soy mucho más real que tú- dijo.

-Aquí.
-¿Y qué otro mundo existe, sino en el que uno vive?

Callaste.

-Zab... Algún día no volveré a verte.
-¿Qué?
-A veces hacemos cosas muy extrañas que no sabemos explicar, como si estuviéramos en otro lugar, en una alucinación.
-¿De qué estás hablando?
-Tú estás en otro lugar. No sé quién eres. He aprendido el amor, lo conozco, pero nunca seré como tú. Excepto por tu enorme prisa, no sé nunca si estás aquí. Vosotros morís y tenéis que hacer muchas cosas antes de marcharos, y...
-Ya sólo estoy aquí -le dijiste, tomándole las manos, de rodillas a su lado.

Ella sonrió, te acarició las mejillas.

Los cazadores aparecieron a lo lejos, sobre el camino que llevaba al claro.



¡No, relájate! Escúchame: tus constantes son débiles pero estables. Seguirás alimentado durante mucho tiempo.

Relájate...

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Sólo una vez más ibas a retornar. Los cazadores te buscaron allá donde entraras; durante los años o días que has estado buscándola ellos siempre han estado tras tu pista. Negros, agoreros, implacables, inhumanos. Siempre allí. Armados. Tras de ti. Un día por fin no tuviste fuerzas para huir, ni paciencia para alejarte y volver a empezar la búsqueda cuando el peligro hubiera pasado. Y gritaste dentro de las ruinas destartaladas. El pueblucho estaba vacío. Ella sólo podía estar allí: ella estaba allí dentro. Volviste tus pasos al edificio tras el paseo. El chirrido de la verja oxidada del patio despierta a los pájaros, que empiezan a volar, a cruzarse, a entretejer sus rectas escasamente euclídeas como en el más turbador de los sortilegios. Sissilye está ahí. Los miras intrigado, dudando sobre si su algarabía ya ubicua será una lengua milenaria y propia, si su magia será tal, o si serán las voces de liderazgo de toda empresa sometida a la revisión superior. Si están siendo programados.

Gritaste, en pleno exterior. Pero ella no se descubrió. Los cazadores disparan. En otro lugar, traspasaban tu pecho con largas agujas, en un hospital.


Entonces, te llevaste las manos al pecho y caíste traspasado por un dolor horrendo, con el corazón reventado. Ella se asustó al verte -sí estaba, siempre lo supiste-: corrió hacia ti, te sostuvo entre sus brazos, incrédula, presa de la desazón, casi llorándote. Morías, y lo descubriste. Revelaste tu verdad demasiado tarde, sí; te demoraste demasiado en darte cuenta de que siempre fui yo quien te había estado hablando, que era yo tu conciencia, tu compañero, tu mente. Demasiado en ver que te había soñado... Ahora, descansa en mi regazo, mi niño, mi pequeño: estoy a punto de despertar.


(c) El cuentacuentos






miércoles, 23 de diciembre de 2009

Sobre el artículo que acabo de subir

Se trata de un texto publicado hace dos años en la revista del instituto en el que trabajo. Está dedicado a adolescentes, pero quizá a más de uno le haga pensar en que el arte acecha por todas partes, paradójicamente tanto entre melenudos como entre estirados.

La literatura y el Rock and Roll

La Literatura y el Rock and Roll


En una entrevista con Siniestro Total de hace ya algunos años, Julián Hernández, su cantante, afirmaba que existía gente, como él, que sólo de oír un guitarrazo fuerte y distorsionado en un buen ampli Marshall, llegaba a sentir un gran placer. Cervantes, en El Quijote, dice de si mismo que es un lector “casi compulsivo”, que lee todo lo que le llega a las manos y a la vista. Por otra parte, ver a los músicos de una banda tocar en directo suele ser una experiencia única: la oscuridad en el escenario, los focos, los instrumentos, los amplificadores, la batería, los músicos con sus peinados extravagantes y sus ropas tan peculiares, las carreras por el escenario son un espectáculo ya de por sí, pero tal vez, si lo piensas bien, no sea muy diferente a una buena obra de teatro. Parece que el buen lector tiene mucho en común con el amante de la música… Para empezar, incluso cuando el disco te lo ha dejado alguien y no es tuyo, intentas escuchar las palabras para ver “qué dice”. ¿Te has emocionado alguna vez con la letra de una canción?


La literatura, sobre todo la poesía, es música. La música es el arte que se obtiene de mezclar con gusto los sonidos de manera rítmica. En la poesía hay ritmo por todas partes (los versos repiten el número de las sílabas, la posición de los acentos, los sonidos del final –la rima-, repiten las mismas ideas con otras palabras, etc.) Pero lo más curioso es esto: ¿Sabías que el origen de la poesía es ser “letras de canciones”?


Actitud y vida

Aunque a veces tu contacto con la Literatura es el que tendrías con una cosa muerta, que sólo está allí para estropearte la vida (y también el boletín de notas), piensa en lo siguiente: a lo largo de la historia, los escritores han sido personas que se han calentado la cabeza intentando encontrar solución a los problemas profundos del ser humano (cómo amar y a quién, cómo vivir, contra qué rebelarse, etc.) y no han aceptado sin más, sin cuestionárselo, lo que la sociedad les proponía. En el rock and roll vemos unas preocupaciones parecidas… Hay músicos y grupos que han escrito sus canciones según las ideas y filosofías más diversas. Por ejemplo, Ignite es un grupo que defiende un modo de vida vegetariano, Shelter es un grupo que defiende la religión Hare Krishna, MXPX es un grupo de punk rock cristiano, etc.

A muchos músicos -como Sid Vicious o Johnny Rotten de Sex Pistols- se les conoce porque han tenido una actitud verdaderamente escandalosa en su vida, pero no podemos perder de vista a autores de poesía del siglo XVII como Quevedo (espadachín, frecuentador de burdeles y crítico con la monarquía), a Juan de Tassis (amante de la reina, que escribía sonetos que empezaban “mis amores son reales…”), o a escritores modernistas como Leopoldo Lugones (activista político y suicida), a José Asunción Silva (amante de su hermana), a Delmira Agustini (asesinada por su marido), a Santos Chocano (soldado de la Revolución mexicana), etc. Charles Baudelaire, poeta simbolista, era adicto al opio o como lo llamaba él, a las Flores del mal. Jim Morrison, cantante suicida de los Doors, sentía gran admiración hacia él… La lista sería interminable. Hay quien dice que los artistas simplemente son así, pero tal vez sea que las personalidades especiales e irrepetibles, como las de estos individuos, tienen en las artes, las que sean, una manera de manifestarse.





El término Lírica

En principio, la palabra lírica viene de la palabra “lira”. La poesía lírica se distinguía de la poesía épica y la dramática porque era una poesía que se cantaba, y además la cantaba generalmente una sola voz. Estas canciones con el paso del tiempo fueron aproximándose cada vez más a la expresión de los sentimientos, ya fueran populares o de una sola persona.




Las letras de las canciones

Las letras de las canciones muchas veces son poemas más o menos buenos… ¿Sabías que músicos como Leonard Cohen o Polly Jean Harvey escriben unas poesías que todo el mundo admite que tienen una enorme calidad literaria? El mismo Bob Dylan ha sido nominado dos veces al premio Nobel de Literatura por las letras de sus canciones. Imagínate si será buen poeta…

Las letras de las canciones suelen tener algunas (o todas) las características de la poesía. Los versos suelen tener una medida ajustada a lo larga que sea la frase musical, y en muchas ocasiones rima en los versos pares. A veces, los músicos prefieren la libertad de no tener que hacer la rima en la palabra y lo que repiten es la parte musical que acompaña a la parte del verso que debería rimar. Además, los músicos usan una gran variedad de recursos literarios que no son exclusivos de la Literatura. Pero veamos todo esto en algunas canciones…

Fito y Fitipaldis, La casa por el tejado

El colegio poco me enseño...
si es por esos libros nunca aprendo:




A coger el cielo con las manos
a reír y a llorar lo que te canto
a coser mi alma rota
a perder el miedo a quedar como un idiota
y a empezar la casa por el tejado
a poder dormir cuando tú no estás a mi lado.
Menos mal que fui un poco granuja
todo lo que se me lo enseñó una bruja














En el estribillo de esta canción, Fito distingue radicalmente la diferencia entre una educación rígida y académica (“el colegio”, “esos libros”) con los aprendizajes que tiene que hacer cualquier ser humano, presentados en metáforas populares (“coger el cielo con las manos” significa atreverse a hacer las cosas que uno desea; “reír y llorar” significa poder expresar los propios sentimientos, “coser el alma rota” significa sacar un aprendizaje de las experiencias y seguir adelante, y “empezar la casa por el tejado” significa dar a las ilusiones el valor que tienen). El fragmento se estructura con unas rimas asonantes (en casos se vuelven consonantes) y con paralelismos y anáforas. Termina con un pareado en el que, con las palabras de los niños (“granuja”, “bruja”), alude a una experiencia amorosa.



Vamos con una canción del grupo estadounidense AFI llamada This celluloid dream (Este sueño de celuloide).


You land as lightly as the new snow, cinematic
Onto the melting boy, and melt away
You light as gently, you're so cinematic
Bathed in your radiance, I melt, oh


Aterrizas tan suavemente como la nieve reciente, de cine,
sobre el chico que se derrite, y que se vuelve a derretir.
Iluminas tan gentilmente, eres tan de cine.
Bañado en tu radiación, me derrito.








En inglés vemos rimas internas con cambio de significado (es una figura literaria que se llama anfibología) para la palabra “lightly”, que puede significar “luminosamente” y “ligeramente”. Es una canción dedicada al amor imposible de un joven a una estrella de la pantalla (del cine, de la televisión, de los videojuegos), perfecta, falsa e inalcanzable. Además, tiene una figura literaria que se llama sinestesia, que consiste en la relación de los sentidos: ¿se puede bañar alguien en algo que no se toca, como una radiación?


Vamos ahora con dos fragmentos de la canción Chimaera (Quimera) de Bad Religión. La canción ya comienza con el doble sentido de la palabra, pues significa tanto “monstruo de la mitología griega formado por un león con alas de murciélago y cola de serpiente” como “sueño, deseo”. Mis disculpas por una honrada, que no buena, traducción.


You took a babboon
and made him perfect,
you took a lion
and stripped him of his pride.
Then you took a million more varieties
a scalpel and a sartory
and you stitched up a horrible surprise


Cogiste un babuino
y lo hiciste perfecto,
tomaste un león
y lo desnudaste de su orgullo.
Entonces cogiste un millón más de variedades,
un escalpelo y una sastrería
Y recosiste una sorpresa horrorosa.








Vemos que hay dos partes, una de versos más breves y otra de versos más largos (casi el doble de medida). Al igual que en la poesía de Dámaso Alonso en Hijos de la Ira, etc., vemos al poeta-cantante reclamándole a alguien, a una segunda persona con la que dialoga pero que no le contesta (un creador, un dios) que el ser humano se encuentra solo y perdido y que reúne lo peor de la condición de todas las especies. Un poema existencialista. De nuevo hay muchas metáforas, bajo la estructura de una larga anáfora.


You took the most abundant smallest bits of matter
and you instilled them with affinity.
And then you stratified accumulations,
weeded out bad variations
and blended up your unique recipe.
You have created a powerful monster
with direction and purpose all its own.
And if you were here
would things be any different?
Or are you just a mosaic of thoughts alone?


Tomaste las más abundantes fragmentos de materia
y los instilaste con afinidad.
Entonces estratificaste acumulaciones,
desechaste las variaciones malas
y formulaste tu receta única.
Has creado un monstruo poderoso,
con propósito y dirección propios.
Si estuvieras aquí,
¿sería todo diferente?
¿O es que únicamente eres un solitario mosaico de pensamientos?


Veamos ahora a un clásico del rock español: Rosendo Mercado con Harto, de El endémico embustero y el incauto pertinaz. Como curiosidad, observa la portada de su disco, tomada de los libros castellanos del siglo XVI.


Harto de andar haciendo escuela,
gimnasia paralela .
Harto de pasar la noche en vela
cuidando la cancela.





En este fragmento vemos unos cuantos símbolos. “Hacer escuela” aquí significa crear seguidores que no tienen personalidad propia, “gimnasia paralela” significa el esfuerzo personal que hay que hacer para seguir siendo independiente y no hacer lo que los medios de comunicación y la publicidad te dicen que tienes que hacer, “pasar la noche en vela” y “cuidar la cancela” significan lo mismo que el símbolo anterior.


Vamos con una canción más: The memory remains (La memoria permanece) de Metallica.


Fortune, fame
Mirror vain
Gone insane
But the memory remains


Fortuna, fama
Vano espejo
Enloquecido
Pero la memoria permanece







¿Te recuerda los famosos versos iniciales de las Coplas de Jorge Manrique?

Recuerde el alma dormida, 
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
 da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
 fue mejor.


Pues es una canción heavy metal, ni más ni menos. ¡Disfrútala!

De manera que cuando escuches una buena canción con guitarras y baterías potentes, no pienses que detrás de todo ello no hay nada, sino más bien lo contrario… ¡Y pásalo bien!



(c) El cuentacuentos





Un blog interesante de veras

Hace unos pocos meses vengo siguiendo un blog estupendo, de esos que merecen la pena ser leídos porque son variados, porque son bonitos estéticamente, porque se renuevan y se actualizan cada poco tiempo, porque tienen solera (muchísimas entradas) y, sobre todo, porque su contenido es magnífico. Me refiero a Un mundo flotante (http://joseoscarlopez.blogspot.com), blog de un compañero de aficiones literarias (incluyendo el cómic como literatura, claro está) y principalmente poeta atento al mundo en que vive.

Recomendado 100%.

martes, 22 de diciembre de 2009

Salmo 24, aún David a su pueblo

Aunque navegue por los mares hirvientes del Sur,
     nada temeré,
     pues la bahía son tus labios
     y en el horizonte amanece tu sonrisa.



(c) El cuentacuentos

lunes, 21 de diciembre de 2009

Yo! Yo! Don Quijote-hip hop

Un proyecto muy bueno de 2005, que me pilló en Mérida. Allí mis alumnos de tercero de la ESO, que estaban enganchados a las letras de SFDK, se quedaron hasta las tantas oyendo a los diferentes raperos que tomaron parte del texto de El Quijote y lo adaptaron para las letras de sus canciones.



A continuación pego los vídeos de Youtube donde se puede ver y oír el magnífico proyecto.

Número 1 Zenit





Número 2 La Excepción




Número 3 La Excepción




Número 4 Korazón crudo




Número 5 (no sé quién es el artista)





Número 6 Korazón crudo




Número 7 Korazón crudo




Número 8 Zenit





Muchas gracias a pspnuria, que ha colgado todos estos vídeos en Youtube.

Un poco de literatura francesa de los últimos años. Viernes o los limbos del Pacífico, de Michel Tournier



Imagen tomada del blog Into the Wild Union de Rafael Narbona


Aprovechando estudios voluntarios, he podido leer algunos títulos que con seguridad habría tardado bastante -o demasiado- en encontrar, como La modificación, de la que dije dos tonterías aquí, o Viernes o los limbos del Pacífico. También he podido leer las Memorias de Adriano, aunque siempre la tuve en el punto de mira desde que supe que Cortázar la había pretendido y había tenido un idilio de mucha traducción y poca traición con ella. Pero pocas razones me habrían llevado a leer a Michel Tournier.

¿Quién es Tournier? Bueno, unas referencias generales se pueden encontrar en http://es.wikipedia.org/wiki/Michel_Tournier. Aunque tampoco la wikipedia nos ofrezca una información de mucho peso, algo de lo que allí está escrito sí es cierto y también, además de serlo, resulta esclarecedor. En este blog nunca he querido mostrar la luz a nadie, y ahora no va a empezar, pero voy a hacer un pequeño apunte. Leí Viernes o los limbos del Pacífico, que es una novela que retoma el mito de Robinson, mito de la modernidad y el progreso vs la naturaleza por conquistar. Hoy en día, salvo a los palurdos de los constructores del Levante español (y supongo que a otros de ese pelaje), y después del horroroso fracaso de la cumbre de Copenhague, a ningún intelectual que se precie se le pasará por la cabeza que tratar de subyugar a la naturaleza como un esclavo es algo positivo en ningún sentido. Tournier subvierte ese mito, y hace que Viernes no aprenda de Robinson, sino al revés. Ya es simbólico que la novela no se llame Robinson sino Viernes, estando protagonizada por aquél y no por éste.

El diálogo ideológico en Viernes... es muy interesante, de eso no cabe duda, pero la ficción está absolutamente resentida de ello. En primer lugar, porque poco hay que contar que transcurra fuera de la cabeza de Robinson, ya sea narrado por el narrador omnisciente o por el mismo Robinson en primera persona. Esto no es que sea necesariamente malo. Crimen y castigo, de Fiodr Dostoievski, es así, en general. Todo transcurre en la mente de Raskolnikov. Pero hoy en día, tal vez, una novela sin anécdota y sin sucesos que retoma los artificios narrativos del siglo XIX, resulta un poco incoherente en la elección de su arquitectura. ¿Posmodernismo? Quizá.

La segunda razón por la que no me envolvió Tournier en el mundo paradisíaco de Speranza (el nombre de la isla tropical) fue que, hablando en plata, se le veía el plumero. La ficción era un mero apoyo de la intención didáctico-filosófica del autor. Lo que quería Tournier era hablar de filosofía. Él tiene una fuerte formación filosófica, y eso se nota. Pero, sinceramente, ver a un burgués de principios del XIX alcanzando solo las mismas conclusiones que un filósofo con formación, dominando una terminología que se rebaja sólo de manera artificial, perifrástica, pues la verdad es que es algo que no me convenció.

La traducción de la novela, de Lourdes Ortiz, es ambivalente. El nivel sociolingüístico del texto es muy variable. En ocasiones el léxico es reservado, muy literario. En otras no tanto. Tiene problemas de leísmo y laísmo, lo cual es bastante feo. Sin embargo, ha conseguido dar al texto una buena musicalidad.

Como epílogo a esta reseñita, diré que mi compañera y amiga I..., a quien tengo en alta consideración intelectual, se negó en redondo a discutir sobre el valor de este autor, laico santo venerado entre los suyos, lo cual me dio qué pensar y me sirvió para no ser tajante en esta crítica, y también para animarme a probarlo de nuevo en alguna otra novela. Ya le pediré que me diga títulos.





martes, 15 de diciembre de 2009

Registro internacional de grupos armados peligrosos de índole religiosa, militar o política

Registro internacional de grupos armados peligrosos de índole religiosa, militar o política

Cuando tuviste la edad suficiente, lo comprendiste todo. Las miradas, los domingos, venir a comer. No era aún demasiado tarde.

Te habría querido.

Pero tú los buscaste a ellos.




(c) El cuentacuentos




Envejecer (y II)

Envejecer (II parte)


Como si se tratara de una pared disimulada a un tenista, cada pelota que propulsamos hacia la oscuridad nos viene con una energía redoblada. El caso que me propongo analizar es el de ver a alguien muy debilitado por los años, y observar atónitos que ese alguien, mirado con atención, no es sino Edipo: uno mismo.

Quien considere que la maldad del envejecimiento es la cercanía de la muerte, se equivoca neciamente. Adulto, maduro o senil no es quien tiene mayor probabilidad de morir. Hoy en día, sólo uno de cada diez es nacido (qué se le va a hacer, me gusta la perspectiva de este anglicismo) en un lugar del mundo pacífico, sin explosiones cerca de sí; vivir cerca de las antenas, las computadoras, las redes electromagnéticas, la venenosa alimentación industrial en nuestro interior aceleran la proliferación de enfermedades épicas... Los ejemplos son varios, pero la idea es una: morir es sencillo, no está tan lejos, no noes es ajeno. Los niños mueren como los ancianos. Ser adulto es tener la perpleja conciencia de la posibilidad de morir.

Empecé a saber que estaba haciéndome mayor (o que lo era) cuando, una mañana de invierno, comprendí que ya no volvería a ser invulnerable. Recuerdo cuando era pequeño y cada error podía reintentarse, no más que una divertida anécodta; entonces, sin darme cuenta, el tiempo comenzó a correr a mis espaldas, como en aquel juego de niños, el escondite, el mundo oscuro, el palito inglés... Pero esa mañana soleada de invierno en que me advirtieron que mi flirteo con el patinaje había acabado en una fractura múltiple del malar y del pómulo, seguramente algo cambió. Era casi primavera. marzo saliente, y yo debí firmar un pacto solemne y tácito con la muerte, por el cual me hacía cargo de mi vida. Sólo perdí la sensibilidad en la mitad de mi cara.

Dos consecuencias se pueden extraer de esta certeza. La primera es que el paso social de la infancia a la madurez no es sino una mascarada, un cambio de atuendos y de juegos con nuevas compañeras y compañeros, nuevos caramelos, nuevos patios. La segunda es que... Bueno, que debo irme al trabajo y que concluiré este artículo en cuanto me sea posible. A fin de cuentas, esto es un blog solitario y no creo que nadie se ofenda mucho por este final de entrada. Si lo hizo porque le gustó, puede esperar a que la concluya esta noche o mañana.

* * *

Dejé por este punto mi ensayo hace ya unas semanas. Hoy, víctima de un aleatorio ataque de alergia, sin saber aún muy bien a qué -pero devastador hasta el punto de haber estado cerca de tener un accidente en carretera y de no haber sido capaz de dar más que una clase (como se sabe, trabajo en la enseñanza)- parece un buen día para recordar, ensayando unas palabras, que con doce años no me sucedía esto. La estupefacción y el miedo de las salas de espera, especialmente las de urgencias, y las diminutas costumbres elevadas a ceremonia de salvación me vuelven a dar qué hablar. Los hombres que manejan meticulosamente su carpetilla de documentos médicos, o las mujeres que alisan su falda mientras mirando a un lado y otro con discreción esperan poder salir, o los sanitarios que despachan una cola enemiga de cuerpos sin rostro, que curan todo menos el corazon del enfermo, también me han recordado ciertos momentos de mi vida que no vienen al caso pero que, inevitablemente, manan del recuerdo.

Así pues, tras esta reacción vizcaína, me dispongo a volver a hablar sobre la muerte, porque hablar del tiempo es hablar de la muerte, y hablar de la vejez es hablar de un preludio de la muerte.

La madurez es una niñez frustrada, un constante estropear lo más bello de la vida. En un chiste de alguna de sus publicaciones, el gran humorista Quino proponía que la vida debiera ser climática, y no este extraño anticlímax que nadie termina de entender. Si lo mejor fue estar dentro, y luego en su defecto estar fuera, bebiendo de sus pechos, y luego en su defecto correr cerca de sus faldas, y luego en su defecto empezar a descubrir el mundo o a los otros..., algo nos dice que la lógica de todo esto, si es que resulta que la hay, va a ser una lógica del debilitamiento, un silogismo que acaba mal. Imaginad una novela que comenzase a lanzazos y que acabase a descripciones. Eso es nuestra vida, una carretera de firme en cada vez peor estado. Por esta razón puedo opinar que la vida es una mascarada.

¿Sabe mejor un plato de Ferrán Adriá que los potitos que me daba mi madre? Absolutamente no. ¿Para qué gasto 350€ en una videoconsola de última generación, si jugar a polis y cacos era gratis, y, la verdad, muchísimo más divertido que el mejor Tomb Raider? ¿Y mi trabajo? Émulo decadente del de mi padre, el gran trabajador. ¿Una oposición es más seria que un examen de Sociales con don Carlos, el viejo maestro de Historia? Pequeño Ministerio de Educación, no podrías competir aunque quisieras. ¿Y las mujeres? Bien, puedo decir que ésta fue la única novedad de la vida adulta. No sé si compensa, de ser sincero. Creo que no. Como tampoco yo soy compensación suficiente a la infancia de mi pareja, a qué engañarnos.

Si ser adulto es haber alcanzado la inteligibilidad de la muerte y la toma de conciencia existencial nos arroja a la desnudez ontológica más dura, entonces el camino de la decepción ya está allanado. Sé que puedo morir, y que todo lo que venga sólo será sombra cada vez más borrosa de lo que existió y ya no está, o, si se me permite, de lo que fue y ya no es. El camino de la vida es cada vez más pedregoso, y su final es un cortado que desde cierta distancia, el día que empecé a envejecer, empecé ya a ver con claridad.


(c) El cuentacuentos




viernes, 11 de diciembre de 2009

Rock ácido para mezclar con unas gotas de Edgar Allan Poe. Sírvase bien frío, como la muerte misma

Bla bla bla bla... ¡Pero hoy la anciana está gritona! Espero que os guste casi tanto como el cuento.

P.D. gritona. La canción se llama Descent into the Maelstrom, lo cual ya dice algo... Para quien quiera saber más, http://wapedia.mobi/es/Maelstrom

o también http://es.wikipedia.org/wiki/Maelstrom

o incluso http://www.ub.uit.no/northernlights/images/maelstrom02d.jpg

P.D. muy gritona... Para los que os guste Poe y los que os guste la música, vais a disfrutar un montón con esta web que he encontrado, con muchísimas referencias musicales de la huella de Poe en todos los estilos musicales... http://www.houseofusher.net/songs.html






Y aquí van las letras...


Took a ride on the ocean
Started swimming out
Lost sight of land
Time ran out
Arms getting heavy
Exhaustion's setting in
Waves getting bigger
Life's getting thin
My brain was screaming
My mind said no
My mouth was bleeding
Said you gotta go

Hit the high side
Monster/wave
Buried at sea
In an early grave
Free fall dive
Thousand foot pit
Cliffs of water turning
Adrenachrome hit

Death-like animals
The death of slaves
The death of humans
Getting sucked away
Ships trucks and planes
A million screaming heads
Agonised moaning
From the island of the dead

I'm going down
Into the maelstrom
Going down
Gonna drown

Alive alive alive

I'm alive

Sobre la poesía...

descansan los restos de un asesinato. Es un poema escrito hace años. Su título era "Prometea", aunque se me ocurre que quizá sea mejor llamarlo "Promete(a)r"

Atravesar tu pecho
con un arma de luz blanca,
rodearlo de las cadenas
de los abismos
y sanarlo
en la tranquila oscuridad de cada noche.



(c) El cuentacuentos






Vuelta a casa

Tras unos días sin conexión y sin salud, vuelvo a poder dedicarle unos minutos a este blog. Quién sabe: ¡a lo mejor empiezo a publicar -es decir, a hacer pública- una novela!

Ps. Debo admitir que, ego aparte, si tengo un hada madrina digital, le doy las gracias por habersido ella la que me ha cambiado el número de visitas. O eso, o vosotros que leeis estas tonterías...