Cuando estaba a punto de sobrevenir la catástrofe bloguera, o sea, la muy mala ideade ponerme a reseñar el Lector in fabula de Eco o la Semiótica de Julia Kristeva (venga, alegría, que estamos en agosto), mi amigo Juan Antonio me salvó la vida y me regaló un libro. Y como hay que ser agradecido y encima me ilusionó, pues decidí leerlo. Y como me lo acabé en tres (cortas) sentadas, pues la cuarta ha sido una modesta reseña. En general, si queréis saber más de Orejudo y de sus libros, buscad sus trabajos (que enlazaré por aquí antes o despues), porque él sí que sabe de Orejudo, no yo que soy un lector más.
Pues sí, Orejudo. Es la segunda obra que le reseñamos. En este caso se trata de Un momento de descanso, publicado en Tusquets en una buena edición, agradable de leer, que se puede anotar, con la letra grande... Un placer. El libro tiene unas doscientas cuarenta páginas, y me debato entre decir si sale caro o barato: caro porque te lo acabas en menos de dos días, matemático; barato porque te entran ganas de dejárselo a mucha gente.
(Imagen tomada de http://www.que-leer.com)
El libro tiene tres partes, cada una de las cuales tiene una cierta autonomía, aunque participen las tres en el conjunto de la novela (si me pusiera pedante diría que son una tesis, una antítesis y una síntesis hegelianas, pero mejor no lo hago). El argumento no lo voy a desvelar aquí, está claro, y menos tratándose de un libro tan reciente. No sería justo ni con los lectores ni con el escritor. En otros casos no me da pena, pero me parece que aquí no es pertinente. En general, basta saber que trata de las vueltas que da la vida a dos amigos que han sufrido una gran decepción en su relación con la corrupta Universidad como institución, tanto la española como la estadounidense y de su ética ante esa degeneración. Por extensión, los problemas no sólo se quedarán en el trabajo sino que impregnarán también los asuntos familiares.
Un aspecto secundario si se quiere pero que me ha resultado muy curioso es que Un momento de descanso es una novela ilustrada. Esas imágenes resultan tremendamente chocantes, debo decir que cuando empecé el libro no estaba preparado para ellas. En esta obra hay una tensión enorme entre una impresión de realidad (por ejemplo, con esas imágenes y con muchos más recursos del gran despliegue técnico del que hace gala Orejudo) y una válvula de escape cómico-inverosímil. Y de nuevo me muerdo la lengua para no contar nada...
La técnica literaria, decía antes, es algo que el autor domina, sin duda. Los saltos en el tiempo y en el espacio, las narraciones dentro de narraciones, la verosimilitud y la inverosimilitud, los diálogos realistas y los diálogos sobre-realistas (me lo invento: me refiero a esa abundancia verbal que normalmente los escritores se ahorran porque van al grano, a lo significativo para la acción) están presentes cuando y como lo requiere la acción. Mi impresión personal es que a veces Orejudo se gusta si mismo y que, a veces, resulta un poquitín barroco, pero no es esta manipulación de las estructuras narrativas algo que impida la lectura de la novela sino todo lo contrario. Los que hemos leído a Cabrera Infante, por citar a uno, sabemos de qué hablamos; y los que no lo hayan leído, pues mira, ni falta. Eso sí era exhibicionismo y virtuosismo vano; esto es otra cosa.
Debo decir, además, que me pasa una cosa con Antonio Orejudo, y es que es uno de los poquísimos escritores cuyos deus ex machina no sólo no me resultan fastidiosos sino que me encantan, que los deseo (¡o-tro, o-tro!¡Bieeeeen!) y que cuando aparecen me lo paso muy bien y me río y disfruto como un niño; cuando los veo venir, a la primera frase ya pienso "¿Qué se le habrá ocurrido esta vez...?". Y la verdad es que no me defrauda. Quiero creer que no soy una estera o un reptil y que tengo algún sentido del humor, pero lo cierto es que soy más de mirar y sonreír que de reírme a carcajadas, y en la soledad más todavía. Pero con Orejudo no puedo, simplemente me descojono. Es así. Y el final...
Pero tampoco nos llamemos a engaños: Un día de descanso es una novela muy divertida, sí, pero no es una novela cómica. (Ni siquiera Ventajas de viajar en tren lo era). O al menos llamémosla cómico-trágica. Entre chuflas y cachondeos no se puede perder de vista la revisión a la que el autor somete su propio entorno, su vida, su formación, su carrera y también el mundo en que vivimos no sólo los que hemos pasado por la universidad. No soy quizá tan pesimista como él, pero me parecen muy aceptables las conclusiones de su análisis social.
En resumen, una buena novela. Si de algo vale, yo la recomiendo.
PS. Y por supuesto no os perdáis los diálogos en inglés.
3 comentarios:
Andrés, me alegro de haberte alegrado el verano, valga la redundancia. Ya te dije que disfrutarías como un enano con Un momento de descanso.
En cuanto tengas tiempo, a por la primera novela de Orejudo: Fabulosas narraciones por historias. Te aseguro que te gustará aún más.
Y por supuesto, excelentes impresiones de la novela. Da gusto.
"Y por supuesto, excelentes impresiones de la novela. Da gusto."
... le dijo el cazo a la sartén. Juan Antonio López es la referencia puntera en investigación universitaria sobre este autor. Por eso, y por ser tan generoso como es, no me lo creo mucho cuando me alaba así, aunque de todos modos se agradece.
Cuando quieras me pasas algún enlace a tus trabajos online sobre Orejudo y los pongo en esta entrada o en otra nueva, como me digas.
Aún estoy pensando si pasarle la novela a algunas personas cercanas a mí y cercanas a la universidad. No sé lo que me van a decir, la verdad. Eso mismo, sin embargo, podría ser una buena razón.
Ahora que lo recuerdo, hay uno en la otra entrada sobre Orejudo, la de Ventajas de viajar en tren, publicado en la revista Tonos digital de la Universidad de Murcia.
La URL era:
http://www.um.es/tonosdigital/znum12/secciones/Estudios%20O-VENTAJAS%20DE%20VIAJAR%20EN%20TREN.htm
Y la entrada de Ventajas de viajar en tren es:
http://murmullosdelaanciana.blogspot.com/2010/11/ventajas-de-viajar-en-tren-de-antonio.html
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