Blog literario idiota de Andrés Nortes Martínez-Artero. Literatura y rock en vena. Y alguna cosa más

viernes, 3 de julio de 2009

Recomendaciones

Cuando me piden consejo sobre qué leer, humilde y cobardemente recomiendo siempre libros que no he leído, como bien sabe mi amigo Piotr. Así, mato dos pájaros de un tiro: a la manera de Poncio Pilato, salgo del trance con las manos bien miserablemente limpias y además, si acierto con el tiro a ciegas, quienes me recomiendan de vuelta el libro a mí son mis amigos.

Hoy como compensación por mi silencio sartreano a los fantasmas de internet, en esta sesión de taumaturgia binario-literaria, voy a atreverme a comentar libros que he leído en algún momento y que me han proporcionado un gran placer de lector. Por supuesto, no es una relación ni extensa ni, lógicamente exhaustiva. Pero a lo mejor nos sirve para enemistarnos por medio de un gusto no compartido. En ese caso, habrá valido la pena.

El rojo y el negro. Salvo la de Bukovski, no creo haber encontrado una voz más ronca ni más sincera (quizá Stendhal sea más sincero que Bukovski) hablando de la verdad de hombres y mujeres sin olvidarse de sus grandes momentos y de los pequeños.

Crónicas de la Dragonlance. Un pestiño así no debería ocupar ni un bit en ningún disco duro de ninguna parte del mundo. Y sin embargo, cómo devoré todos estos libros en mi adolescencia... Al menos, en mi descargo está que hasta con quince años supe que Tanis y Légolas no eran lo mismo ni nunca lo serían.

Iliada. Si se lee en mucho tiempo, se puede disfrutar a lo grande con este libro. Las peleas son lo de menos (salvo la de Héctor y Aquiles, que es inolvidable). Lo de más, la voz sin prisa de Homero, la naturaleza, la explicación (¿qué explicación? ¡Creación!) del mundo con sus comparaciones y metáforas. Qué belleza. Es de llorar.

Todos los de Roald Dahl. Para no dejar de ser niño ni siquiera cuando se tienen diez años.

Una trilogía de aventuras escrita por un tal John Christopher. Debo buscar su nombre. Recuerdo que me llevó medio mes de agosto, en la habitación de mi abuela de su casa de la playa, donde mejor se pasaba la siesta. Uno se hace mayor cuando necesita dormir después de comer.

La noche mil dos. Joseph Roth. Piotr, ¿tú qué dirías de él?

(Desgraciadamente, no tengo tiempo para continuar esta entrada. En otro momento la concluiré.)



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