¿Y si vuelvo a escribir algo, ahora que precisamente menos tiempo tengo para ello? ¿No sería otra necia paradoja del palabrerío? ¿Por qué nos apetece más hablar cuando menos podemos hacerlo, y mejor cuanto más romos tenemos el filo?
Qué cosas, ¿no?
Pues puedo empezar por algunas lecturas, es siempre una manera como otra de poner en marcha la maquinaria de la vieja fábrica. He escrito para tratar de publicar pero también he leído.
He leído unos cuantos libros.
La trama nupcial, de Jeffrey Eugenides.
Poesía completa, de Carlos Barral.
Pureza, de Jonathan Franzen.
Impaciencia del corazón, de Stefan Zweig.
Número cero, de Umberto Eco.
Habla con Medusas, de José Daniel Espejo.
Mirando al suelo, de Francisco Béjar.
La rubia de ojos negros, de Benjamina Black.
La encantadora de Florencia, de Salman Rushdie.
Menos que otros años. Creo incluso que olvido algún libro. Voy a dar un vistazo a la biblioteca, a ver si recuerdo algún título más. Y en cuanto sea posible trataré de decir alguna cosa de cada uno, impresiones y nada más. Ya será volver a hablar, qué menos.
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