A Juan de Pablos
La noche era fría, y la faringitis era insistente. La velada iba a ser rala, y los diálogos previsibles. Las bebidas eran excitantes, y la compañía rutinaria.
El locutor dijo que la canción era suntuosa.
La noche se hizo suntuosa, y el viaje de vuelta suntuoso. La ciudad solitaria se hizo suntuosa, y la noche suntuosa. Y la vida también, cuatro o cinco minutos, se hizo suntuosa.
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