No sé qué decir de esta novela. Tengo la lengua cargada de palabras, y en los dedos me laten otras tantas que estrellarse en las teclas del ordenador desde el que escribo estas reseñitas. No sé qué decir sobre esta obra, no sé qué impresión tengo. ¿Es buena, es mala?
Hilos de sangre es una novela que me ha costado muchísimo leer. Es una larga novela -esto no es un lastre, pero al fin y al cabo, en términos burdos pero más frecuentes de lo que a los artistas les gustaría pensarse, sí es un condicionante-, con lo que Gonzalo Torné se la juega. Si resulta una novela admirable, todo el mundo recordará su salto triple mortal sin red. Si sale mal, batacazo.
Por las críticas leo que sale bien. No para mí, pero también es cierto que yo no he escrito nada ni publicado nada, ni en ámbito literaruio creativo ni en ámbito académico crítico. Puede decirse que yo, como tantos otros blogueros, soy un aprovechado de la gratuidad del medio. Aclarado lo cual, quien quiera que siga con la lectura de la reseña y quien no, que se vaya a la página de Babelia o que se dedique a mejores tareas, como decía Gasset antes de los intermedios de Días de Cine.
¿Qué es Hilos de sangre? Es un novelón de unas quinientas páginas a una letra un poco más escueta de lo deseable. Tiene varias partes que en algún lugar ofrecen ayuda a la lectura, divisiones parciales, y en otras no. Estas partes tienen que ver también con el narrador parcial frente al supernarrador-compilador, que en ocasiones también baja al plano del relato.
Imagen tomada del blog http://unblogsupuestamentedivertido.megustaescribir.com
La novela cuenta la vida de una familia catalana en el siglo XX, pasando, claro, por la Guerra Civíl. Así, hay historias en un presente contemporáneo que por a los poquísimos años de haberla escrito ya se empieza a quedar desfasada (al presente no lo atrapa usted haciendo referencias al Twitter, don Gonzalo: ¿cuánto durara?). Hay historias urbanas e historias rurales. La historia de Clara y Joan-Marc, con sinceridad y expresando sólo mi opinión, me parece aburridísima, y el recurso epistolar de los correos electrónicos, pues qué decir, me gusta más cómo lo usa Andrés Neuman. Joan-Marc, como la abuela de Clara, como el mismo Gabriel, resultan como un viejo amigo mío que de tan rebelde que era acababa elevando al cuadrado su rebeldía y terminaba por ser reaccionario (rebelde ante lo rebelde). Ese filo ironiquísimo tienen los personajes (un filo que al final los vuelve obtusos, la verdad, casi como lo que le sucedía al héroe del drama romántico, que era plano en su infalible mutabilidad); no me casa bien que lo que parece una intención estética realista en la novela se mezcle con esos personajes escasamente creíbles. Algo parecido sucede con sus voces en los diálogos: parecen hablar todos igual (de bien) que el narrador. Y por alusiones, del narrador se puede decir que en ocasiones algunas de sus piruetas verbales y sobre todo adjetivales son verdaderamente magníficas -sin ironía-, es decir: Gonzalo Torné es un buen prosista.
Uno de los relatos más extensos, el de la brigada anarquista y la llegada de Franco, además de resultarme tedioso y ser incapaz yo de hacerme una idea de qué me estaban contando -darle color y forma y sentido-, me ha desagradado en su planteamiento político. No creo que los movimientos de izquierda fueran solamente esa horda de matones, niños pijos y asesinos que nos muestra Torné en su novela. Que son personajes sueltos, que la ficción es soberana y lúdica y que el narrador es un personaje de ficción que cuenta las historias que le sale de las narices; lo sé, una vieja excusa del escritor para evitar las repercusiones personales. Que la literatura y el arte tienen valor ejemplar; lo saben los escritores, y lo usan.
Los hilos de sangre a que hace referencia la novela son los vínculos familiares, quizá en juego de palabras con "lazos de sangre". La familia aquí esta parece estar debilitada.
Lógicamente, en una novela tan arriesgada -porque otra cosa quizá no, pero riesgos ha tomado el autor- hay cosas muy interesantes. Algunos pensamientos son verdaderamente profundos, y algunas afirmaciones sobre el ser humano están a la altura de Milan Kundera. Otras no.
Así pues, dudando me quedo. ¿Me gustó, no me gustó? No lo sé. Pero habiendo tantos libros en deuda, por el momento no creo que la relea.